El belenismo en Ourense, del esplendor a la resistencia
ASOCIACIONES
El belenismo en Ourense, sobrevive, como buena parte de asociaciones que rebasan el medio siglo, en medio de la nostalgia y las limitaciones de un presente de incertidumbre
La última publicación en la web de la Asociación Belenista de Ourense data del año 2014. Es triste comprobar su paulatina desarticulación cuando todos los registros indican lo intenso de su actividad, hasta hace aproximadamente una década. Aunque no es la única asociación de tintes claroscuros en Ourense, las motivaciones que le dieron origen y sentido se han ido apagando de conjunto con las vidas de sus fundadores.
Se trata, por una parte, de un proceso natural, y por otra, resulta lamentable que una iniciativa de tan significativo calado social, se mantenga hoy prácticamente sin ningún tipo de apoyo, dispersa y fragmentada, sin reemplazo a corto ni largo plazo. Las voluntades aisladas que podrían darle algún impulso poco o nada pueden contra la inercia espontánea de la desintegración.
La edad dorada
La Asociación Belenista de Ourense se fundó en 1966, año en que su junta directiva aprobó los estatutos iniciales e inauguró el primer Nacimiento en el Museo Arqueológico de la ciudad. En la Navidad de 1967, se sumó a la iniciativa belenista el artista Arturo Baltar, cuyas figuras fueron acompañadas por un concurso de villancicos y belenes familiares en los soportales del Concello. Entre 1968 y 1979, la asociación jugó un papel importante en la animación navideña ourensana, instalando nacimientos artísticos en el Museo Arqueológico, la Catedral, y la Cabalgata de Reyes; todo ello bajo el auspicio de la Caja de Ahorros Provincial y los patrocinios en metálico realizados por Carmela Arias y Díaz de Rábago, condesa de Fenosa.
En 1980, fue instalado en la capilla de San Cosme y Damián, de forma permanente, el belén de Baltar, que en 1974 recibiera la placa al Mérito Belenista. En 1989, no solo fue confeccionado el banderín de la Asociación, sino que se editó el número cero de la revista “Nadal en Ourense”, bajo la dirección de Alfonso Prada y el patrocinio de la ya desaparecida Caixa Ourense. Sin duda, entre contribuciones económicas, donativos, concursos, participaciones en congresos nacionales e internacionales de temática belenista, transcurrió la edad dorada la asociación, desde su año fundacional hasta fines de la primera década del siglo XXI.
La edad crepuscular
Luego, con la muerte de sus impulsores originales, y la suspensión de incentivos y apoyos, la agrupación fue entrando en una especie de edad crepuscular, colaborando hoy, sus escasos miembros que no llegan a media docena, solamente con el Nacimiento de la Cabalgata de Reyes. “Ahora lo que sucede es que no hay apoyo institucional, porque al final este tipo de cosas son costosas y aunque el patrimonio de figuras lo tenemos, siempre montar un belén lleva otros gastos añadidos. Hace unos años, el ayuntamiento hacía un concurso de belenes y la asociación jugaba su papel. Por ejemplo, el presidente figuraba como uno de los jurados que iban a ver los belenes a las casas, y el ayuntamiento apoyaba con dinero. Pero todo eso ha ido desapareciendo hasta no quedar nada”, afirma Patricia Santamaría, quien fuese tesorera de la asociación. La tiniebla se hizo más densa aún con la muerte de Arturo Baltar en 2017, referente no solo del belenismo a nivel ourensano y gallego, sino de toda España.
El arte de Maite Vázquez
Maite Vázquez, pintora y escultora ourensana con una larga trayectoria, desde los quince años elabora y monta sus propios belenes. Es la última artista de la Asociación Belenista de Ourense que sigue en activo. No son belenes clásicos, sino una representación del nacimiento basada en el folklore galaico: canteros de la imaginería religiosa que va desde el románico hasta el barroco gallego popular; gaiteiros, panaderos, lavandeiras, afiadores, toda una serie de personajes del mundo rural donde la fe recrea un universo humano propio, adaptado a la idiosincrasia más arraigada a la tierra.
Para Maite Vázquez, aunque el belenismo abarca tan solo un segmento de toda su producción artística, es una pasión y una manera personal de ver el mundo: “Yo construyo mis propios belenes desde muy joven, en cualquier época del año, porque desde hace mucho entendí que no hay que esperar acercarse a la Navidad para hacerlos: la vida es un nacimiento continuo, y a pesar de las pruebas, es un manantial de esperanzas, una dicha que debe ser celebrada de forma cotidiana. Trabajé durante muchos años codo a codo con la Asociación Belenista de Ourense, había gente maravillosa, pero lamentablemente han ido muriendo de poco en poco. De estas manos han salido más de doscientos belenes, he impartido decenas de cursos a padres y niños, y ciertamente no quisiera que esta tradición de hacer belenes artesanalmente se perdiera. Porque una cosa es comprar figuras hechas, pero otra muy distinta es elaborarlas a partir del esfuerzo propio y la creatividad. Ahora mismo tengo puestas a secar al pie del radiador, unas figuras para el belén de este año, con el mismo estilo de las anteriores, pero siempre con un elemento distintivo”, comenta Maite Vázquez en la sala de su casa, todo un recinto de arte.
Virxes abrideiras
La artista ha desarrollado una variante de belenes única en toda Galicia: “as virxes abrideiras”, una escultura de la Virgen María con una cavidad en cuyo interior hay un pequeño nacimiento, que abre y cierra como si fuese una ventana sujeta mediante unas pequeñas bisagras en un lateral de la figura. Son una metáfora de la fe como baluarte interior, y un enorme gozo estético tanto para la artista como para las miradas curiosas: “Estas vírgenes tienen algo que a mí personalmente me encanta; y es la sorpresa, lo no explícito, ese misterio infantil de descubrir lo que hay dentro. He hecho muchas de este tipo, tantas que ya he perdido la cuenta. Unas están aquí en Ourense, y otras han sido encargos que están en su mayoría en Santiago o al otro lado del mundo. Yo siento que todas me protegen. Las esculturas tienen magia, están habitadas. Cada vez que termino una virgen abrideira, y me quedo a solas con ella, me siento acompañada como por una persona viva”.
La edad dorada del belenismo en Ourense, tal y como la experimentaron los protagonistas de antaño, está lejos de repetirse siquiera. Pero en medio de los abrojos de la dificultad y la desidia, resisten voluntades incapaces de doblegarse al mandato de las circunstancias. Esas voluntades no solo salvan un legado, inspiran a otros que, oportunamente, reaccionan al llamado de lo invisible.
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