Castro de Trelle: detectives del tiempo al rescate del pasado

Las manos castrexas encargadas de colocar las primeras piedras en casas y las bases de la imprescindible muralla, buscando delimitar el espacio donde sus dioses pudieran reconocerlos y bendecirlos, sin pretender la posteridad, dejaron en un círculo de rocas un mensaje que, a pesar de romanos, suevos, visigodos y musulmanes solo pudo estar oculto por la lenta marea de la tierra que lo sepultó.

Veintitrés siglos más tarde, la cotidianidad de los habitantes del Castro de Trelle resurge gracias a la voluntad de unos detectives del tiempo encargados de mostrar cuánto de pasado continúa yaciendo a solo centímetros bajo las suelas de vecinos o paseantes que frecuentan la zona.

Primera edición

Fue en agosto de 2024 cuando la Asociación Cultural Porta da Candea (Barbadás) y Amigos del Patrimonio de Toén iniciaron la primera campaña de excavación en el castro de Trelle. La voluntad de descubrir y comprender unió a estas organizaciones, como destacó Juan Carlos Arias, presidente de la asociación de Barbadás. Pero quince días de sondeos, aunque provechosos con documental incluido: “O castro de Trelle: historia, tradición e futuro”, resultaron insuficientes debido a la pausa de dos milenios que solo levantaba una curiosidad también milenaria.

Segunda campaña

El pasado 2 de diciembre se inció la segunda campaña de excavaciones en el castro. La continuidad de los trabajos con apoyo institucional de tres concellos (Barbadás, Toén y Cartelle) más la Axencia Xeral de Patrimonio de la Xunta, permitieron que guantes, paletines, brochas y rasquetas de las compañías: Árbore Arqueoloxía y Breogán Arqueoloxía bajo la dirección de Andrés Rodríguez Soutelino, obraran con la cautela de levantar gramos de tierra para no alterar los espacios desenterrados o quebrar objetos.

David Sabucedo, presidente de la Asociación Amigos del Patrimonio de Toén, comentó: “Deseamos entender mejor el yacimiento, conocer el uso del material cerámico. Encontramos una estructura que por el tamaño que tiene no parece ser una vivienda, puede que tuviera otro tipo de función, lo sabremos mejor cuando termine la campaña”.

Proyectada para diez jornadas, esta segunda edición avanza a un ritmo acompasado por la necesidad de documentar cada hallazgo. Con años por delante todavía para trabajar, estos rescatistas del futuro, entienden la necesidad de laborar con la pericia de un cirujano que abre el cuerpo de la tierra para curar a futuras generaciones de la fiebre de abandono que antecede al siempre peligroso olvido.