Eymis Pedroza y Yuri Villalobos, las cuñis colombianas en su día libre, alegría en las calles

"PASARLA BIEN"

Son cuñadas y originarias de la Guajira, una lleva aquí tres años, otra está recién aterrizada. Salen en su día libre a “pasarla bien”, aunque vaya por delante un carro, con un bebé que las acompaña.

LA NUEVA OURENSANIA | Eymis Pedroza y Yuri Villalobos | La Región

Cuenta Eymis Pedroza Jiménez, que intercala un “¡maaadre mía!” cada dos párrafos, que emigró primero a Polonia, y de ahí se vino hacia este lado. “Una agencia mexicana estaba buscando a gente para traer para aquí a trabajar”, comenta, por lo visto un amigo les dio el chivatazo. Allá se fueron Eymis y su chico, iba ella ya embarazada. “Estaba de tres meses, ¡trabajé hasta haciendo barcos!”, revela. A un cierto punto decidieron seguir a una conocida que andaba por aquí porque la muchacha no probaba bocado. “Es que con la comida fatal, me estaba desnutriendo”, comenta; cierto es que no le pega a Eymis una sopa de remolacha.

LA NUEVA OURENSANIA | Eymis Pedroza y Yuri Villalobos
LA NUEVA OURENSANIA | Eymis Pedroza y Yuri Villalobos

Textil Caribe

Aquí se desempeña como camarera en un bar, en la avenida de Zamora y también cose por horas. “Me siento muy bien, todo el mundo se conoce”, explica. A su flanco derecho Yuri Villalobos Torres, ¡qué nombres tan distintos a los nuestros!, estarán pensando tres buenas señoras pertrechadas de Carolina, Purificación y Adolfo, que desde bastante lejos ponen el rabillo del ojo, y la oreja. ¡Claro que sí esto es la revista que anticipa el verano!, Ourense se vacía del textil de la Lonia y solo quedan por sus calles la alegría de las prendas prietas; estas dos mujeres son fantásticas y han salido a pasárselo bien, que ya de miércoles a lunes el trabajo no da tregua.

“Yo llegué hace cuatro meses”, comenta Yuri, consiguió la cita para tramitar sus papeles recientemente. En Fonseca la Guajira, Colombia, de donde ambas son originarias, se dedicaba a la cosmética. “Estudié y trabajé en una corporación”, revela.

“Hay mujeres que te miran como si…. buuuu”, dice Eymis, no lo jures chica, lo tenemos delante del jeto. “Pero estamos muy felices, otra gente es maravillosa”, comenta.

Las delicias de la tierra las han probado, los callos y el pulpo están entre sus predilecciones. Pues muy buena elección los tentáculos y las tripas, para que luego digan que las jóvenes de hoy en día se andan con miramientos y consomés de quinoa.

Ambas comparten la tristeza de un hijo de siete años en Colombia, con sus respectivas abuelas. “Con el tiempo y el favor de Dios lo acabaré trayendo”, comenta Yuri sobre el suyo; urge más que venga el de Eymis, que ya tiene aquí dos hermanas nacidas en Ourense.

“Sacar a mis hijos adelante es mi objetivo”, confiesa.

Gallego poco hablan, una por recién llegada, la otra porque anda con la atención en otras cosas. “¡Está chovendo!, dicen los que entran por el bar”, comenta Eymis, mientras ríe nuestras bromas de chichinabo y menea su fantástica melena.

Hay un bebé que está llorando fuera de cámara y una amiga ecuatoriana que acaba de perder un vuelo. “Yo quería volver porque no me acostumbro aquí, pero se ve que ese destino no era para mí”, pragmáticamente resuelve.

Pues dejamos ir a las cuñis y sus lookazos, y vemos como se giran las cabezas de sus espectadoras a su paso por la terraza del café Latino, lugar donde los haya de los ourensanos de siempre. Seguro que algún bolso wayuu, artesanía indígena y motor económico de La Guajira ha protagonizado sus estilismos, hablando de textil y de culturas en la plaza de Santa Eufemia.

“¡Pa donde vai!”, habría que decirles, como se dice en su tierra, al verlas encaminadas hacia la Catedral, que suponemos pasarán de largo, hoy no es día de misa. “Allá sólo existe Dios y Jesucristo su hijo”, dice Eymis a un cierto punto, que se reconoce cristiana, y de la santidad no opina. Los oropeles son subjetivos, desde luego, al verlas partir pensamos, en reflexión sobre las prendas bien, los trapos de feria y las estatuillas.

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