Fede Miceli, sobre “caminar ligera por el mundo”, empezando por la vía de la plata

Es su tercer camino de Santiago que disfruta en su doble vertiente, desde la distancia propia del peregrino, pero también bastante conectada. “Soy creadora de contenido en redes”, comenta la influencer Fede Miceli, originaria de Floridia, una comuna perteneciente a la provincia de Siracusa, en Sicilia, Italia. Licenciada en lenguas extranjeras y servicios turísticos, ofrece una entrevista en impoluto español con la cara aún desencajada del caminar, y sin perdonar el cigarro de llegada. En su Instagram comparte unos vídeos fantásticos, montajes de su soledad por los caminos y montes, que arrancan con la atadura de mochila a primera hora de la mañana. “Publico un resumen diario de todo lo que pasó durante la jornada”, explica. La pescamos en un debate interno en el albergue de Cea, al final de la etapa que la trajo desde Ourense capital, sopesando si seguir en ruta con los peregrinos que fue encontrando a su paso, o meter el turbo y poder llegar antes a Fisterra. “Quiero llegar al mar y quedarme por lo menos un día allí, mirarlo, relajada”, comenta. Unos cuantos señores que también llegan con sus macutos, le respetan la decisión, pero lamentan su partida.

Pregunta.Paseas por medio mundo, a veces con patrocinios, pero también por tus propios medios, como en este caso… ¿Qué es lo que te llama la atención del Camino de Santiago?

Respuesta.Esta experiencia me hace volver a lo básico, te despiertas por la mañana y no tienes nada más que hacer que andar, buscar comida, agua y una cama. Se acabaron los problemas, no hay prisa…

P.¿Caminas sola?

R.Sí, aunque me gusta tener tiempo para hablar con la gente, me paro por todos los pueblos… también he encontrado unos compañeros de camino muy buenos, respetan tu ritmo y al llegar la noche puedes brindar con ellos… la gente en la Vía de Plata tiene una actitud diferente… están acostumbrados a caminar, y no tienen grandes pretensiones… si no hay bares no pasa nada… en el camino francés hay más turistas, son diferentes a los verdaderos peregrinos.

P.¿Heridas, úlceras, ampollas, esguinces, lumbago…?

R.Este año todo perfecto. Otras veces fueron piernas y pies. Eso sí, los cuido bien todas las noches.

P.¿Has tirado la toalla en algún tramo?

R.… Bueno el otro día, en Laza, me desperté por la mañana con cinco grados… para mí, que soy siciliana… ¡Es Laponia!… un viento… yo pensé en volver al albergue porque el primer bar para poder calentarte con un café estaba a veinte kilómetros… tras dos horas caminando estuve a punto de dejarlo… esperar a que saliese el sol… pero al final, hay algo dentro de ti que te dice: tú puedes.

P.¿Qué te ha enseñado el camino?

R.Pues precisamente eso, que los límites no están en tu cuerpo, sino en la mente, y que si sigues adelante, un paso tras otro, al final lo vas a conseguir… y esto en la vida, pues también habría que replicarlo.

P.¿Qué llevas en la mochila?

R.Muchas expresiones que se me quedan pegadas y que quiero seguir aplicando en mi vida normal, como ‘ser ligera’, por ejemplo… no necesitamos mucho para vivir… tenemos demasiadas cosas…. Moverse también así, sin dejar huellas demasiado profundas, y también en los pensamientos… no intentar planear todo, para poder disfrutar en la vida.

“Es el camino, no es llegar”, resume sobre su estar de paso en la provincia de Ourense. “Un día como peregrina no es como uno de la vida normal”, opina “por eso mismo, los afectos que aquí se crean te lo llevas en el recuerdo para siempre”, concluye.