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UNA VIDA DE COLECCIÓN (VII)
Nunca me gustaron las miniaturas y desde hace mas de 40 años colecciono libros pequeños (de no más de 13 centímetros), publicados en el siglo XX. Todo comenzó en la biblioteca de mi amigo y bibliófilo Luis Mariño, en la que descubrí un libro francés, “Le plus Meaux sonnéts” de Pierre Ronsard, impreso en Inglaterra, forrado en tela floreada y con hermosas guardas. Además de los versos anunciados en el título contenía datos sobre el autor, una introducción sobre el soneto y una flor grabada separando cada soneto. Todo esto en 87 paginas de 9 cms. de largo por 6 de ancho. Tanto mimo y cuidado, tanta calidad en tan poco espacio me cautivó y mi amigo Luis me regaló el libro que se convirtió en el primero de mi colección.
Ese verano viaje a París y en una librería de viejo me encontré, sin buscarlo, más ejemplares de la misma colección. Los compré y sin pretenderlo me convertí en coleccionista por primera vez en mi vida y comencé a buscar libros pequeños del siglo XX. Así los pedía en las librerías de viejo y la respuesta del librero solía ser no, o preguntar: ¿los quiere para decorar?... Fue ese desconocimiento y casi desprecio por estas pequeñas joyitas bibliográficas lo que me llevó a limitar mi colección al siglo XX. Yo insistía ante el librero, le pedía que me dejara entrar en la trastienda y juntos hacíamos hallazgos a los que poníamos un precio consensuado porque el mismo librero no tenía ni idea de a cómo venderlos. Pocas veces pagué mas de 10 euros por ejemplar.
Lo divertido de coleccionar es que descubres cosas que desconocías. El libro más pequeño que había visto en mi vida eran los “Crisolín” de la editorial Aguilar, en la biblioteca de mi padre. Hoy hay coleccionistas solo de Crisolines. Mi sorpresa fue descubrir numerosas colecciones y editoriales españolas y extranjeras con ediciones cuidadas y bien ilustradas. Gran parte de la mejor literatura universal se encuentra en estas ediciones pequeñas: la colección “Grano de arena” de los años cuarenta del siglo XX, de la Casa del Libro, cuenta con obra de Balzac, Twain, Pirandello y poesía japonesa. En pequeño están obras universales como el Libro Rojo de Mao en Chino, “Il Convívio “ de Dante editado en Florencia en 1917, obras de Ibsen en holandés (1918), el Catecismo del Padre Ripálda.
Mis viajes y los de mis amigos comenzaron a tener un nuevo sentido. En Caracas encontré: “Presencia de Venezuela”, con foto y la biografía de la autora que no es otra que la orensana Pura Vázquez. En Praga me ocurrió lo que nunca antes ni después, me volvería a pasar. Bajo las escaleras de acceso a una librería de viejo y, allí estaban, en una mesa-vitrina expositora, mas de treinta libritos (me molesta un poco el diminutivo dada la calidad de algunas ediciones), en checo, ruso y alemán. El profesor ourensano Arcadio González, que hacia intercambio de sus alumnos con estudiantes polacos, me surtió de varios ejemplares en ese idioma. En un portal de una casa de La Habana convertido en librería de viejo, encontré tres buenas piezas: El diario del Che en Bolivia (escrito en 1966) en dos tomos de 6 por 5 centímetros, con prólogo de Fidel, editado por el PC cubano en 1972, y el famosísimo texto de Fidel del mismo tamaño, “La Historia me absolverá” (9 por 6.30 centímetros). En Moscú compré las obras completas de Lenin, en ruso, y biografías de Lenin y Stalin. Fueron numerosas las editoriales españolas y extranjeras que publicaron libros de pequeño formato durante el siglo XX, muchas de ellas ya desaparecidas.
En mi colección hay hoy más de 500 libros pequeños editados en el siglo XX, en más de nueve idiomas, entre ellos el gallego gracias a la colección: “Os minilibros de Galaxia” creada por Carlos Casares, coleccionista de cosas pequeñas, en sus tiempos de director de esa editorial. Cuento también con las “Elegías Europeas” del ourensano Eugenio Montes (1942).
Los más abundantes están fechados entre los años veinte y cuarenta. Durante esos años gran parte de las editoriales españolas y europeas editaban colecciones de libros pequeños: Tartessos de Barcelona, Atenea de Madrid con su colección “Microcosmos “ encuadernados en cretona inglesa estampada en oro, cortes dorados y retrato del escritor, Payót de París, Grano de Arena de Barcelona, Sá Da Costa de Lisboa, La Gacela de Madrid y Barcelona con una colección de temas humorísticos, Hispania de Madrid y otras varias
Además de gran parte de la literatura mundial, también se editaron en pequeño tamaño libros universales como; el Corán, el Libro Rojo de Mao, el Kempis, el Diario del Ché, el Kamasutra, Camino, Tintín en chino y otros.
Aun no sé muy bien cuál es la razón de tantas publicaciones pequeñas durante la primera mitad del siglo XX. Sospecho que la escased de papel que vivió el mundo y España, debido en parte a las dos guerras mundiales y a la Guerra Civil, tuvo algo que ver. En 1950 la editorial madrileña “Afrodisio Aguado” crea la colección “Más allá” con la siguiente explicación: “Desde hace algún tiempo han quedado reducidos los libros a un grupo de potentados que pueden permitirse ciertos lujos. La colección “Más Allá” anhela poner remedio a eso haciéndolos asequibles a todos los haberes”. En casi todos llaman la atención el cuidado de las portadas y las ilustraciones, en algunos casos firmadas como el dibujante Mairata. Algunos contienen dedicatorias conmovedoras dedicadas a sus antiguos propietarios y a veces el ex libris del mismo. En los años cuarenta el “glorioso Movimiento Nacional “editaba una colección titulada: ”Libros para llevar en el bolsillo de la camisa”, se entiende que se referían a la camisa azul de los falangistas provista de un pequeño bolsillo en el lado derecho. De ahí está sacado el título de este reportaje.
La colección la guardo en una librería de los años cuarenta, salida del taller de los famosos fabricantes de muebles los ourensanos “Hermanos Rodríguez”, heredada de mi padre.
El futuro de mi colección, difícil papelata para todo coleccionista, está en ser depositada en una Biblioteca pública, aunque la propiedad pase a mi sobrina Antía, buena lectora y seguidora de la colección.
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