Mariia Mishchenko, experta en manicura en la ciudad ‘made in Ucrania’
LA NUEVA OURENSANÍA
Habla Mariia Mishchenko un español de diez para haber empezado a escucharlo hace tres años, pero cuando trabaja se pone la mascarilla y, silenciosa, ejecuta diestra, tenacilla en mano. En Ucrania forjó las habilidades profesionales que hoy desarrolla en Ourense.
Todo sonrisas recibe Mariia Mishchenko en el centro de belleza Solena, sito en el corazón de la ciudad. Empezó a trabajar en 2023, al año de llegar a España, con una compatriota, dueña del negocio en el que nos encontramos. “Olena es como un hada madrina para mí, si no fuera por ella, no sé qué habría pasado”, opina. Sin duda tuvo suerte Mariia de encontrarse con la afamada empresaria de su sector, pero su experiencia, y la solidaridad entre compatriotas, seguro que también fueron de ayuda. “Su marido fue a trabajar de voluntario al lugar donde yo llegué para vivir y me puso en contacto con ella”, aclara.
“Slava Ucrayini, Heroyam Slava!”, compartimos una linda expresión que descubrimos al conocerla, y que se ha popularizado entre los ucranianos en la diáspora. “¡Gloria a Ucrania!, dices si ves a alguien de tu país, ¡y los héroes que la defienden!, responde el interpelado”. Vienen a explicarnos Mariia, y una amiga que la acompaña, este saludo tan emocionante.
Vía Barcelona
Abandonó Mariia su Járkiv natal con su hija, que en el momento tenía seis años. Allá solo dejó a una hermana menor en un lugar más seguro, cerca de Polonia, y al padre de su hija, que es bombero. Su madre tiró hacia Holanda, su padre hacia Alemania. “Trabajo desde los diecisiete años, tenía un estudio de manicura en Ucrania”, aclara.
Viajó hasta la frontera, después cogió un avión a Cataluña. “Tenía una amiga en Barcelona que me acogió, a partir de ahí entré en un programa de la Cruz Roja”, aclara.
“En Galicia viví en el monasterio de Sobrado dos Monxes, después estuve de alquiler en el casco viejo de Ourense, todo financiado por la organización, hasta que conseguí trabajo”, relata.
Se siente cómoda y feliz en esta ciudad, y reconoce que le gustaría quedarse. “La gente es muy amable, simpática, me siento cómoda”, comenta. “Me gusta la naturaleza, pero la humedad no tanto”, añade. La tarjeta de identidad por la protección temporal que le permite residir en España está prorrogada hasta marzo de 2026, pero a partir de ahí todo son dudas.
Sus bienes quedaron como los dejó en su ciudad. Los vecinos y su exmarido los van vigilando.
Experta manicurista
“Soy una persona divertida, con sentido del humor”, dice sobre sí misma. Ella ríe mientras su colega apunta “buena amiga y la mejor especialista de manicura”. Luce una garra muy chic y muy marciana su paisana, que lució expresamente para carnavales. “A veces me las invento yo, en otras ocasiones hago lo que piden las clientas, pero también utilizo fotos de internet para inspirarme”, explica en relación con los diseños, que no cabe duda de que son fantásticos.
Se ofrece Mariia Mishchenko a mostrarnos sus experticias, y hay que ver esas cutículas post intervención, no te digo cómo las trabaja. Lo suyo es una verdadera pasión por el oficio, lo dejó entrever con el manejo de las tenacillas, pero también con unos cuantos consejos. “Si te echas los pellejos hacia atrás no te saldrán padrastros”, explica. La terminología del cuidado de manos, como se puede apreciar, también la domina toda.
Practica aquafitness en el gimnasio y sale poco. “No tengo tiempo para las relaciones de pareja”, aclara simpática. La colega, al lado, pergeña planes para sacarla de baile, pero al tener ambas hijas que atender, no acaban de encontrar la manera.
Aunque en casa cocina sopas ucranianas, es amante de la tortilla, los chipirones y el pulpo. Comenta que tanto ella como su niña están perfectamente integradas, y lo demuestra con un “¡Leite!”, que pronuncia en gallego, casi casi con acento. “Fue lo que me dieron cuando pedí en inglés un latte por primera vez aquí”, comenta. Con el tiempo aprendió que lo de la leche teñida con café, por estos lares se hace llamar ‘manchado’.
Preguntamos finalmente a Mariia por el panorama político de su país, por su opinión acerca de Zelenski, y la compleja situación que enfrenta desde que EE.UU. ha congelado su ayuda militar y de inteligencia a Ucrania. Silencio, incertidumbre y tristeza, en los ojos de Mariia la alegre, que acierta a decir en su tenaz español aprendido en tres años: “Sueño con que pronto se acabe la guerra, y en mi país reine de nuevo la paz”, expresa. Pues para qué añadir más, lo bueno, si simple, dos veces bueno.
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