Alba Moreira, médica cooperante en Kenia: "Fue la experiencia más brutal de toda mi vida"

SOLIDARIDAD

La ourensana Alba García dio un cambio a su vida cuando dejó una estabilidad laboral para ayudar en el hospital de un orfanato de Kenia como médica cooperante, recibiendo por ello un regalo que hoy considera impagable: el amor de quien no tiene nada más.

Alba García junto al equipo de neonatos del orfanato en Kenia.
Alba García junto al equipo de neonatos del orfanato en Kenia.

El caso de Alba García Moreira es el de muchos profesionales sanitarios que deciden emprender un viaje de cientos de kilómetros para ayudar a las poblaciones más vulnerables. Aunque esa es la idea con la que emprenden su viaje, el relato a su vuelta resulta en un discurso completamente distinto. “Por muchas buenas acciones que quieras hacer, es inviable que le devuelvas a la población más de lo que ellos te van a dar a ti”. Con esas palabras resume Alba el sentimiento compartido por quienes han sumado una experiencia así a su vida.

Alba García Moreira.
Alba García Moreira.

Cuando su familia fue objetivo de la enfermedad y se vio obligada a cambiar el futuro que había planeado para ella, la ourensana decidió dejar una profesión estable y todas sus rutinas para embarcarse en la que sería “la experiencia más brutal” de toda su vida. “Nunca voy a tener un trabajo como médico tan brutal como el que tenía allí”, recuerda sobre los seis meses en los que se desplazó hasta Kenia para trabajar en el hospital de un orfanato: “Era una isla muy pobre, con un grupo de terroristas que de vez en cuando venían a atentar”. Pero el miedo y las dificultades pasan ahora a un segundo plano en su memoria para destacar lo más importante que encontró en África: “El amor de la gente, que con ese nivel tan grande de pobreza te abrían su casa y te enseñaban cómo vivían”. Un mundo que nada tiene que ver con el día a día que lleva ahora a medio camino entre Vigo -donde trabaja- y Ourense. “Somos del mismo planeta, pero no vivimos la misma vida ni la misma realidad”, reconoce quien pasó de llevar “una vida rápida que no te deja pensar” a “tener la obligación de parar”.

La de Alba es una experiencia que solo entiende quien ha pasado por lo mismo. Incluso por los mismos errores: “Creemos que vamos como el salvador blanco y es mentira. Tú llegas allí y ves que lo que te aportan ellos a ti va a ser siempre cien veces más de lo que tú puedes dar”. El shock es tal, que a la hora de volver, parece que la maleta sigue cargada a la espalda incluso una vez reinstalada en el hogar: “Es muy difícil transmitir todo lo vivido porque el choque cultural es tan grande y es todo tan intenso que muchas veces no éramos capaces ni de transmitirlo, y mucha gente no quiere profundizar en lo vivido. Es más fácil cerrar los ojos ante lo que está pasando”. Contrario a ello, la intención de Alba es poder compartir la realidad de su experiencia, con un proyecto -aun en ciernes- que haga sentir lo que vivió ella en seis meses que hoy siente como años.

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