La música conquistó el verano en la Praza Maior
CONCIERTOS EN VIVO
Los hosteleros de la Praza Maior programaron conciertos los jueves de verano en la ciudad, poniendo el broche de oro, al margen de un Concello que se desentiende de cualquier evento estival
La cultura dota de sentido a la materialidad. Sin ella, un pueblo, una ciudad, no son más que un amasijo de interacciones desabridas y torpes. Esta verdad la han comprendido a la perfección los hosteleros de la Plaza Mayor de Ourense, que ayer jueves pusieron el broche de oro a “La Plaza en directo”, el ciclo de conciertos que durante los meses de julio y agosto ha logrado cubrir el vacío institucional del Concello de Ourense en verano.
Pasando de la inconformidad a la acción, crearon una asociación espontánea para favorecer a los músicos locales, y, por tanto, en calidad de destinataria suprema, a la población. Un esfuerzo mancomunado por parte de Trampitán, Café Druida, Bar Mundial, Tamarindo y Heladería Praza Maior ha propiciado que el disfrute de las noches veraniegas se intensifique, y la gente se contagie de esa vibración misteriosa que propaga la música.
Los accionistas de ese disfrute popular fueron The Quarentones, Besbellos, & Johnsons, Perro Futuro, Soulmate, Hermanos Walker, y en la noche de ayer, cerrando el ciclo, El mundo de Sofía. Es lo que reza el slogan con el que se vendían: “Los jueves de verano en Ourense no volverán a ser iguales”. Y con ello se cumple el otro propósito primordial de los impulsores: rebasar el extendido cliché de un Ourense vacío durante los meses de julio y agosto.
Apuesta por la cultura y el arte local
En tiempos donde no está de moda apostar por el arte local, este gremio de valientes ha gestionado la producción de los conciertos con recursos propios, además de la colaboración de empresas entre las que destacan Skoda y Apersa. El Concello no apoyó, como es habitual, esta iniciativa. Su única aportación fue la de cobrar tasas por ocupar la Praza Maior.
Rubén Gil, propietario del Tamarindo, y uno de los promotores más activos del proyecto, alega que esta experiencia, que combina lo agradable con lo disruptivo, se concibe también como una “posibilidad de visualización” para los músicos ourensanos cuya repercusión es realmente limitada, no por falta de talento, sino de finaciación y espacios que dependen de un apoyo oficial, prácticamente nulo en materia de acciones culturales.
“Una ciudad con tanto potencial como Ourense no puede hundirse, hay que tomar la iniciativa y salvar lo que verdaderamente importa, la espiritualidad y el sentir de la gente”, observa Elvira Cidre, socia gerente del bar Trampitán, en calidad de portavoz del proyecto.
Este admirable esfuerzo conjunto ha demostrado que, en ciertas ocasiones, querer es poder. Pero una reflexión queda en el aire: si la sociedad civil debe asumir la carga económica y organizativa de la cultura, ¿cuál es el papel de las instituciones?
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