Entre pizza y pizza, un nuevo cuento para niños en Ourense

PIZZERÍA DE O COUTO

Esta joven ourensana de 27 años recién cumplidos, y de nombre Marta Maceda, compatibiliza su trabajo habitual en una conocida pizzería de O Couto con su pasión literaria.

Marta Maceda Gil con su última creación literaria.
Marta Maceda Gil con su última creación literaria. | G.G.

Para muchos es únicamente una de las caras que les atiende en la pizzería “El Molino”, en la calle Remedios de O Couto. Pero Marta Maceda Gil, joven ourensana de 27 años, es algo más.“Baba, el gato que ladraba” (Apuleyo Ediciones, ilustrado por Diana Valdayo) es su última aportación al mundo de la literatura infantil.

Este cuento, según ella misma explica, “habla de la importancia de aceptarse, de atreverse a ser uno mismo y de encontrar el lugar en el que se pueda brillar. Baba es un gato diferente, y precisamente en esa diferencia está su valor”. Añade cuál ha sido su intención al escribir esta historia -la segunda de su producción infantil-: “Quiero que los niños vean que ser distinto no es un problema, sino un regalo”.

Además, este nuevo cuento supone un avance con respecto a su debut en la literatura infantil con “Lisa súper sonrisa y Mika la quejica”, ya que al final incluye una sección de pasatiempos con varias propuestas y la que la autora considera “mi favorita: un espacio libre en el que los lectores pueden inventarse un amigo para Baba. Pueden dibujarlo, contar qué le gusta hacer y qué sonidos emite. Me encanta porque es una manera de ver lo ingeniosos que son los peques y cómo ponen en juego su imaginación. Además, el libro incluye un código QR y mi dirección de Instagram (@martamacedagil) para que las familias puedan compartir esas creaciones conmigo. Es muy divertido recibirlas y me emociona poder ver y compartir todo lo que inventan”, señala.

Cuando se le pregunta por la razón de esta afición a escribir, señala: “La inspiración para escribir me surge de la necesidad de ordenar un pensamiento o transmitir una idea que considero importante, pero también del cariño con el que recuerdo los cuentos que mi madre me leía antes de dormir. Aquellos momentos fueron muy especiales y despertaron en mí el gusto por la lectura. La decisión de elaborar un cuento para publicar vino casi por casualidad: buscaba recursos para animar a una amiga a publicar sus propios textos, pero al final fui yo la que se animó. Escribir siempre lo había hecho, pero ahí nació la determinación de compartirlo con más gente”.

Esta joven creadora tiene una convicción: “Creo firmemente que los cuentos son fundamentales en la infancia: no solo transmiten valores y conocimientos, sino que crean momentos de calidad en familia, despiertan la imaginación y, sobre todo, nos hacen disfrutar juntos”.

Y en cuanto a su fuente de inspiración, apunta al microcosmos que la rodea: “Igual que Baba, yo también tengo amigos y familia que me acompañan e inspiran, muchos de ellos recogidos en los agradecimientos del cuento. Incluso en mi trabajo encuentro ideas: llevo siete años en la pizzería El Molino , con Josué, que no solo es un gran jefe sino también un gran amigo. Es muy creativo y positivo, y siempre me da temas en los que pensar y escribir”.

Una parte destacada de “Baba, el gato que ladraba” son las ilustraciones de Diana Valdayo, hasta el punto que Marta Maceda reconoce que buscó esta editorial para contar con ella: “Su trabajo ha dado vida al cuento de una manera preciosa: con colores llenos de energía, personajes expresivos y detalles que hacen que los niños se sientan dentro de la historia. Creo que en la literatura infantil la ilustración es tan importante como el texto, porque los pequeños lectores a veces se acercan primero a las imágenes, y es ahí donde Diana consigue atraparlos. Para mí ha sido una suerte enorme contar con su talento, porque no solo acompaña la narración, sino que la enriquece y la convierte en una experiencia visual y emocional que llega a toda la familia”.

En cuanto a la acogida de Baba, apunta que “en la Feria del Libro de A Coruña, vendimos varios ejemplares y llamó mucho la atención de los niños. También hice un cuentacuentos en el campamento de Eiroás, con peques de unos cinco años. Allí contamos la historia imitando sonidos de animales y usando las ilustraciones de Diana Valdayo, y después jugamos a buscar a los amigos de Baba siguiendo sus huellas. Fue muy divertido”.

Y su cabeza no para: “Tengo pendiente programar más actividades y cuentacuentos, aunque todavía sin fecha, porque necesito coordinarlo con mi trabajo en la pizzería y las prácticas de auxiliar de enfermería”.

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