Primer aniversario de la dana de Valencia: manos ourensanas estuvieron allí

29 DE OCTUBRE DEL 2024

La catástrofe de la dana en Valencia cumple hoy su primer aniversario, pero, más allá de la tragedia que cobró 229 víctimas y dejó cuantiosos daños materiales, queda el testimonio de la solidaridad y también del sufrimiento de muchos ourensanos.

Los ourensanos que ayudaron en la dana que arrasó con Valencia el año pasado
Los ourensanos que ayudaron en la dana que arrasó con Valencia el año pasado | La Región

Hoy se cumple el primer aniversario de uno de los eventos climáticos más devastadores en la historia reciente de España: la Depresión Aislada en Niveles Altos (dana) que azotó la Comunidad Valenciana el 29 de octubre de 2024. Esta fecha no se marca en el calendario con alegría, sino con una solemnidad forzada por la magnitud de la catástrofe. Es un momento crucial para recordar a las víctimas y reflexionar sobre la inmensa destrucción que puso a prueba la capacidad de respuesta y la fibra moral de la nación.

Cuando la catástrofe desbordó la capacidad de respuesta local, evidenciando que el evento era una emergencia de Estado, la solidaridad se manifestó recorriendo vastas distancias. A pesar de los 860 kilómetros que separan Ourense de las zonas afectadas de Valencia, la provincia se movilizó en una demostración espontánea e incondicional de hermandad. Esta distancia geográfica se convirtió en la medida tangible del compromiso desinteresado de una comunidad que aparcó sus propias vidas para auxiliar a sus iguales.

El contingente de apoyo superó el centenar de personas y se compuso tanto de profesionales de la emergencia como de ciudadanos de a pie. El despliegue fue específico y sacrificado: la BRIF de Laza movilizó a 20 bomberos forestales, dos capataces y dos técnicos. A estos héroes de Laza se sumaron otros contingentes profesionales que dieron rostro y eficacia a la ayuda. Seis bomberos del servicio de prevención y extinción de incendios del Concello de Ourense colaboraron incansablemente. Cinco bomberos de la Mancomunidad Terra de Celanova pasaron una semana completa colaborando en las localidades más afectadas, como Catarroja, Alfafar y Torrent.

También se desplazaron voluntarios de Protección Civil de Verín, así como miembros del GES Valdeorras y bomberos del Parque Comarcal O Carballiño-O Ribeiro.

Transcurrido un año del suceso, el impacto de la Brigada Solidaria Ourensana, y del voluntariado en general, debe medirse más allá de los metros cúbicos de lodo removidos. La verdadera enseñanza reside en el incalculable valor moral de la ayuda desinteresada en el momento de más crítica necesidad.

David Pacios (autónomo), Ourensano residente en Paiporta: “La riada se lo llevó todo”

David Pacios y el Audi que perdió en la DANA.
David Pacios y el Audi que perdió en la DANA. | La Región

Este ourensano residente en Paiporta recuerda cómo “aquel día estábamos en casa: mi mujer, el niño, mi hermana, mi cuñado y las niñas. Sabíamos que venía mal tiempo. Sobre las 18:30 empezamos a oír sirenas desde nuestro piso, junto al barranco. Al salir a la terraza, vimos el cauce llenísimo”.

Relata cómo “arriesgué mi vida bajando al garaje para intentar salvar la moto y el coche, pero fue inútil; la riada se lo llevó todo. Tuve que subir por la terraza comunitaria para escapar de la corriente”.

Al día siguiente, la escena era indescriptible: coches apilados, barro por todas partes… “A los tres días, mi cuñado, mi hermana y las niñas se marcharon. Luego mi mujer y el niño se fueron con mi padre a Ourense. Sobrevivimos porque nos quedamos en casa. Esto nos ha enseñado que hay que vivir el momento, el ahora”.

Óscar Airabella (mecánico automotriz): “Me movilicé con mis amigos”

Óscar Airabella en una foto de archivo.
Óscar Airabella en una foto de archivo.

En cuanto se enteró de lo que había sucedido, se movilizó con un grupo de amigos. “Comenzamos a recoger comida, ropa, agua y medicamentos para los afectados por el desastre”, cuenta ahora, un año después.

Tardamos menos de un día en llegar a la zona cero, y con la buena suerte de que un amigo que trabaja en la Policía Nacional me dejó pasar con la furgoneta, y pudimos en medio de la confusión entregar todo lo que habíamos recaudado en un tiempo récord”, añade.

No pudimos hacer más en cuanto a participar de las labores de limpieza, porque allí, a pesar de que el Gobierno llegó tarde, no era tan fácil acceder. A veces, las mejores acciones son las que aportan sin entorpecer. Cuando miro hacia atrás, pienso que mi alegría es haber sido útil cuando más se necesitaba.”

Mónica Devesa (técnica en Cruz Roja en Ourense): “Tuvimos que ser de todo”

Mónica Devesa en la sede  Cruz Roja de Ourense.
Mónica Devesa en la sede Cruz Roja de Ourense. | La Región

Lo que más le impactó en Valencia fue “la extrema vulnerabilidad que encontramos, especialmente en niños, ancianos y personas con problemas de salud mental”.

Esta voluntaria explica cómo tuvieron que ser de todo: “Gestores de medicamentos para quienes no podían ir a las farmacias, transportistas de alimentos para los mayores solos, y sobre todo, apoyo psicosocial. También tuvimos que dar herramientas a profesores para que pudieran manejar el trauma”.

Fue un trabajo en equipo con la UME y la Policía, “enfrentándonos incluso al vandalismo”, confiesa.

Regresar a casa siempre era difícil. Ver tanto drama, el dolor personal y la pérdida total de posesiones, te toca. Somos un equipo voluntario y no somos inmunes al dolor, pero sabemos que estuvimos allí para hacer lo que la sociedad necesitaba.”

Mario Opazo (voluntario y socorrista): “Me cambió para siempre”

Mario Opazo en Masanasa, Comunidad Valenciana.
Mario Opazo en Masanasa, Comunidad Valenciana.

Se enteró de la desgracia y no dudó un segundo en desplazarse a Valencia.Allí hice de todo: limpiar lodo, escombros y todos los trabajos de fuerza que fueron necesarios, fundamentalmente en Masanasa”, uno de los núcleos más afectados por las riadas.

Me afectó demasiado ver tanta destrucción, pero me concentré en ayudar a las víctimas, en estar con los vecinos y escucharlos, porque ciertamente lo habían perdido todo: no solo sus posesiones materiales y su esfuerzo de tantísimos años, sino cosas irremplazables como recuerdos, fotos, todo su pasado, toda su memoria.”

A partir de ese momento en que se enfrentó con crudeza a una vivencia extrema, “algo dentro de mí cambió para siempre. Me quedó una enorme lección de vida. Vi grandes gestos de altruismo que no olvidaré en lo que me resta de vida”.

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