Renfe-Adif, el binomio del caos del ferrocarril español

MALTRATO A OURENSE

Ourense sufre un empeoramiento de los servicios ferroviarios y una estación incómoda

Ni un seto, ni un árbol ni una marquesina para proteger a viajeros y taxistas del calor en la estación.
Ni un seto, ni un árbol ni una marquesina para proteger a viajeros y taxistas del calor en la estación. | Lucia Otero

El mes de julio ha sido una pesadilla para miles de españoles que habían elegido el tren como modo de transporte. Bloqueados durante horas en medio de la nada, en trenes sin aire acondicionado, con los lavabos atascados por falta de suministro eléctrico, sin agua ni comida, sin información y, lo que es peor, sin la actuación diligente de quienes tienen resolver la situación, en la que, de nuevo, Renfe y Adif, el binomio del caos, se pasan la pelota eludiendo la responsabilidad frente a los usuarios. Nada nuevo, desgraciadamente y, lo que es peor, nada que no hayan sufrido los viajeros ourensanos en los últimos años y que seguirán padeciendo al menos en lo que queda de década.

La lista de deficiencias de Adif y Renfe en la provincia de Ourense no para de aumentar. El último agravio, por el momento, la supresión de frecuencias en A Gudiña precisamente en los horarios que más servicio prestaban no solo a los usuarios de esta villa, sino también a los de las comarcas vecinas e incluso del otro lado de la frontera. El tren como modo de transporte rápido y eficaz para comunicar entornos del rural que se convertían así en alternativa residencial ha sido borrado de un plumazo, sentenciando a una España cada vez más vaciada mientras en los núcleos urbanos la falta de viviendas hace que su precio resulte imposible de asumir, especialmente para los jóvenes. Paradójicamente, la supresión de paradas en A Gudiña se lleva a cabo para reducir diez minutos el viaje de los trenes a Madrid desde A Coruña y Vigo. La pérdida de población de la España vaciada no es lo que preocupa, sino la posible pérdida de votos allí donde hay más electores, que es en las ciudades y la venta de más billetes para esos destinos aunque sea a costa de dejar en tierra a los usuarios que más lo necesitan porque no tienen modos de transporte alternativos porque distintos gobiernos a lo largo de las últimas décadas los habían suprimido, como fue el caso de los trenes regionales y de media distancia.

Mucho antes de que los trenes se quedasen parados en medio de la meseta, ya dejaban tirados a los usuarios ourensanos en los túneles, estaciones sin servicios o en medio de la nada. Primero, en la línea de Ourense a Valdeorras, donde en varias ocasiones quedaron bloqueados el Alvia a Barcelona y otros trenes. Se puso así de manifiesto la falta de mantenimiento de una vía a la que se han prometido inversiones de más de cien millones de euros para mejorar sus condiciones de seguridad, que todavía no han sido licitadas. Las incidencias también se producen en la recién estrenada línea de alta velocidad, como ocurrió el pasado mes de enero cuando el AVE Ourense-Madrid de las 6:30 quedó bloqueado en un túnel a la altura de Baños de Molgas, durante horas y el mes anterior, un AVLO se quedó parado en el pequeño puente de As Lagoas, antes de entrar en el túnel de San Francisco, por poner solo dos ejemplos.

Los viajeros tienen que caminar por pasillos y escaleras con sus equipajes ante la falta de ascensores.
Los viajeros tienen que caminar por pasillos y escaleras con sus equipajes ante la falta de ascensores.

Los ourensanos no solo comparten con el resto de los viajeros españoles las incidencias a bordo de los trenes. Han de añadir a ello todo un cúmulo de incomodidades que sufren como consecuencia de la racanería de Adif que no afrontó las obras de construcción de la estación intermodal con las necesarias actuaciones previas para garantizar un servicio adecuado a los usuarios que ya de por sí tienen que afrontar una década de molestias por las obras. Por ejemplo, la implantación de una marquesina provisional, que permita a los viajeros que esperan a la cola por un taxi hacerlo sin tener que padecer una insolación en verano o aguantando chaparrones de lluvia y granizo en cualquier época del año. La exposición a las inclemencias del tiempo, especialmente al sol con veranos cada vez más calurosos no solo afecta a los viajeros sino también al colectivo de taxistas, un servicio público que carece de los espacios adecuados y a resguardo en el área de la estación lo que les obliga a sufrir temperaturas sofocantes en el interior de sus coches y a los viajeros cuando llega el momento de subirse a ellos.

Coincidiendo con el puente de Santiago el ascensor para el acceso a las vías ha estado estropeado.
Coincidiendo con el puente de Santiago el ascensor para el acceso a las vías ha estado estropeado.

La estación de A Ponte, antigua Ourense-Empalme, ha visto multiplicar de manera exponencial el número de usuarios, especialmente con la llegada de la alta velocidad tanto en los servicios de larga distancia con Madrid y Alicante, como en la media distancia con los trenes Avant a Santiago y A Coruña. Pero no ha recibido mejoras que faciliten su uso a los viajeros. El estacionamiento subterráneo que debería de ser de utilidad no solo para los usuarios del tren sino también para el barrio carece del aforo suficiente para cubrir la demanda de los viajeros. La falta de medios mecánicos suficientes para acceder de un andén a otro por el subterráneo provocan aglomeraciones e incomodidad. Una situación que se agrava para quienes pasan del tren al autobús o viceversa. No se ha pensado en los viajeros sino en la solución más barata para afrontar una larga espera hasta que la estación se encuentre concluida, algo que no sucederá hasta dentro de siete años.

La conjura contra la competencia que conviene al operador público

La liberalización de la línea gallega para que haya competencia en los servicios de alta velocidad no resultará tan fácil ni tan atractiva como en los corredores de Levante, Cataluña y Andalucía. A diferencia de esas líneas, los operadores que lleguen con sus trenes a Galicia se enfrentan con la alternativa de finalizar su trayecto en Ourense o tienen que adquirir composiciones que puedan circular tambien por ancho ibérico para poder finalizar sus viajes en Vigo, Santiago o A Coruña. Esta última es la opción más probable, pero también la más compleja y costosa, al existir solo dos fabricantes de trenes que pueden cambiar de ancho y en la actualidad tienen una elevada carga de trabajo. Y no es lo único. Los cuellos de botella producidos por largos tramos de vía única reducen la oferta de frecuencias en las mejores franja horarias.

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