San Lázaro, un estallido de vida para la ciudad
QUEMA TRADICIONAL
Los ourensanos salieron a las calles de la ciudad para celebrar, como antesala de la Semana Santa, un San Lázaro en el que música, gastronomía y devoción estuvieron presentes en una jornada que concluyó con la tradicional quema de las Madamitas.
La ciudad se vistió ayer de celebración por San Lázaro, sacando sus mejores galas para asistir a todas las actividades que dicta la tradición.
La jornada comenzó con una misa en la iglesia de Santo Domingo y una procesión en la que los fieles profesaron su devoción. El ambiente de festividad se trasladó a San Lázaro al ritmo de los gaiteros, encargados de marcar el paso de los cabezudos. Fueron estos últimos los que animaron a bailar a niños y mayores, que, encantados, no se separaron de las figuras hasta que dejó de sonar el hilo musical. “Esto le da vida a Ourense y es más bonito que las orquestas”, comentaron Vicenta, Rosita y Justa, poco después de que un cabezudo las sacara a bailar. Para ellas, como para muchos ourensanos, San Lázaro es una fecha especial marcada en el calendario, y como cada año, no faltaron a su cita. Tampoco lo hizo Tania, que sintió como suyo el disfrute de los más pequeños, como Alan e Izan. Para ellos, no hubo debate sobre su momento favorito del día: la quema de las Madamitas.
El cielo se llenó de pólvora, cintas y colores que acompañaron la actuación de cada una de las figuras. Aunque entre todos los asistentes, que observaban con una mezcla de interés y sorpresa, no pudieron esconder su preferencia por una de las Madamitas, la pareja. Cuando se posó en el centro de las miradas, una admiración conjunta resonó frente a la Subdelegación del Gobierno, escenario elegido para el espectáculo.
“En Ourense con los niños no puedes hacer mucha cosa, por lo que celebraciones así se agradecen”, reconocieron los padres como Gonzalo, que alabó el poder contar, en su propia ciudad, con un evento al que acudir como plan familiar, siendo esto algo bastante inusual. Entre risas, aplausos y las típicas rosquillas, llegó a su fin la antesala de la Semana Santa, no sin escuchar a los asistentes calificar a las Madamitas como las “mini fallas” ourensanas.
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