Veinte días “en el limbo” tras el incendio de sus viviendas en Ourense

Tres familias de la Avenida de Santiago 72 siguen sin poder comprobar el estado de sus casas

Jessica Carpintero, Sebastián Montoya, Ruben Carcacía, Patricia López, Iván Gomez y Jessica Prol.
Jessica Carpintero, Sebastián Montoya, Ruben Carcacía, Patricia López, Iván Gomez y Jessica Prol.

Han pasado veinte días desde que los vecinos del número 72 de la Avenida de Santiago tuvieran que abandonar sus viviendas a la carrera debido a un incendio que consumió la parte alta del edifio y produjo numerosos daños en el segundo y tercer piso. Regresaron el pasado 24 de febrero para intentar recuperar algunas de sus pertenencias, aunque solo los vecinos de la primera planta -Sebastián Montoya y Jessica Carpintero, e Iván Gómez y Jessica Prol- pudieron acceder con relativa normalidad. Patricia López y Rubén Carcacía, residentes en la segunda planta, solo dispusieron de unos minutos para recoger lo imprescindible. Después de esa visita, el inmueble se cerró con una cadena, y desde entonces, no han podido volver. 

“Nos encontramos con que no tenemos nada”, relata Rubén Carcacía, “y, al mismo tiempo, no sabemos si comprarlo o no, porque desconocemos en qué estado se encuentran las cosas que aún están en la casa”, añade. 

“Nos gustaría volver a entrar para saber qué tenemos y qué no”, aporta Jessica Prol. “Igual cuentas con que hayan aguantado cosas que ya no hay. Algunas se dañaron por el fuego y el agua, y 20 días después, su estado va a empeorar”. Una preocupación que comparte Patricia López, quien cree que “si seguimos esperando, las cosas que no se pudieron rescatar van a perderse”. 

Silencio

“Seguimos esperando a que nos llamen, las aseguradoras también lo han intentado”, cuenta Sebastián Montoya, “pero desconocemos quién tiene que autorizar el acceso. No sabemos si depende del cuerpo de bomberos o del área de Urbanismo, y dependemos de ello para evaluar los daños”. “Estamos igual que el día siguiente del incendio”, tercia Patricia López. Su pareja, Rubén Carcacía, añade que “se pasan la pelota entre ellos, y el tiempo pasa”. A eso, Jessica Prol expresa “que nos digan incluso que no se puede. Cada uno tenemos un trabajo y una vida. Necesitamos saber si un día podremos entrar”. 

Una de las quejas que tienen es que tienen que ser ellos quienes se interesen a diario por el estado del edificio, pues ninguna oficina municipal les ha contactado para darles novedades. Sebastián Montoya afirma que “si no estamos pendientes, parece que caeremos en el olvido”, a lo que Jessica Prol añade que “se están olvidando que hemos perdido nuestras casas. Y aunque te vayas a un hotel, o con tu familia, no tienes nada”. 

Los seis vecinos se han ido con familiares mientras esperan conocer el próximo paso tras la catástrofe, pero “está la cosa estancada”, a juicio de Rubén Carcacía. Vuelven en ocasiones por el barrio de O Vinteún, donde son siempre bien recibidos, y con cuyo vecindario están profundamente agradecidos. “Los echamos mucho de menos”, reconoce Patricia López, “el día del incendio estuvimos doce horas en la calle, y nos trataron muy bien. Siempre que nos ven, nos preguntan qué tal estamos”. 

Un agradecimiento que ellos también tienen con el Cuerpo de Bomberos. “Su labor fue ejemplar. Siempre se han portado con nosotros”, asegura Iván Gómez.

Sin casa donde vivir, pero con todos los gastos que supone una

Las tres familias son propietarias de los pisos donde vivían. Eso supone que, al drama de haber perdido su vivienda y no poder acceder a los recursos que aún quedan en ellas, deben seguir haciendo frente a los gastos que conlleva ser propietario. 

Tanto Rubén Carcacía como Sebastián Montoya se pusieron en contacto con las entidades bancarias con quienes tienen suscritas sus hipotecas. En ambos casos les confirmaron que deben seguir pagando las cuotas de unos pisos que no saben si podrán volver a habitar, pues todavía se desconoce la gravedad de los daños estructurales. 

Otro problema son los suministros. Iván Gómez afirmaba haber iniciado los trámites para dar de baja tanto la luz como el gas de su vivienda hasta que pueda regresar, pese a la advertencia de las compañías de que el reengancharla supondría una cuota suplementaria. Lo mismo quiso hacer Jessica Carpintero con el servicio de Internet, pero “nos quisieron cobrar 150 euros de penalización, así que aún no lo hicimos. Lo que sí, hemos reducido la tarifa al mínimo”, comenta.

En el lado contrario está Rubén Carcacía, quien ha optado por mantenerlos con una tarifa de consumo mínimo, a la espera de conocer el estado de su casa. “Aguantaré unos meses, y esperemos que nos digan algo. Quise dar de baja la luz, pero la compañía me dijo que habría una penalización para reengancharla luego”, concluye.

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