Dieta mediterránea y deporte, la mejor alianza de vida sana

"LA MEJOR ESTRATEGIA"

La alimentación juega un papel determinante en el riesgo cardiovascular y la pérdida de peso

Productos típicos de la dieta mediterránea.
Productos típicos de la dieta mediterránea. | Europa Press

El director del programa de Nutrición del CIBERobn del Instituto Carlos III y catedrático de la Universidad Rovira y Virgili, Jordi Salas-Salvadó, ha afirmado que una dieta mediterránea ligeramente hipocalórica, junto con la realización de actividad física, es “la mejor estrategia” para prevenir y combatir tanto el sobrepeso como la obesidad. “La adherencia a una dieta mediterránea ligeramente hipocalórica, acompañada de actividad física, es la mejor estrategia para bajar de peso en una persona con sobrepeso u obesidad””, ha señalado Salas-Salvadó durante una sesión científica en la Reunión Nacional de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).

Durante su intervención, el experto ha incidido en que la evidencia científica así lo corrobora, y que además la pérdida de peso va acompañada de mejorías en la mayoría de factores de riesgo cardiovasculares y metabólicos, reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles. Salas-Salvadó también ha destacado que también es una de las mejores dietas para mejorar el riesgo cardiovascular, pues aumenta los niveles de HDL, reduce los niveles de triglicéridos, disminuye la tensión arterial y mejora la inflamación y la sensibilidad a la insulina.

“La adherencia a la dieta mediterránea tradicional se asocia a menor riesgo de obesidad, ganancia de peso o diabetes tipo 2; también es beneficiosa en el manejo de la obesidad, y reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular, cáncer de mama en mujeres y deterioro cognitivo”, ha agregado.

En ese sentido, ha destacado que sus beneficios son “superiores” a los alcanzados con dietas bajas en grasa o dietas pobres en hidratos de carbono, y que los ensayos clínicos han mostrado que la dieta mediterránea es capaz de revertir el síndrome metabólico, caracterizado por obesidad abdominal, hipertensión, dislipidemia y resistencia a la insulina.

La combinación de este patrón alimentario con actividad física y terapia conductual logra una mayor pérdida de peso y una reducción significativa de los factores de riesgo cardiovascular.

La dieta atlántica gallega presenta beneficios prácticamente iguales

Los mismos beneficios también se dan casi en la misma proporción en el caso de la dieta atlántica, también conocida como la dieta atlántica del sur de Europa, con sus máximos exponentes en Galicia y norte de Portugal, y que ha demostrado “ser saludable para el individuo y sostenible para el medio ambiente, y uno de los factores que ha permitido nuestra alta longevidad y calidad de vida”, tal y como ha expuesto la doctora del Hospital Clínico Universitario de Santiago-Xerencia de Xestión Integrada de Santiago Rosaura Leis.

A diferencia de la dieta mediterránea, basada en el consumo elevado de frutas, verduras, hortalizas, legumbres y cereales integrales, incluyendo pescado y aceite de oliva; la dieta atlántica se basa en alimentos de temporada, frescos y mínimamente procesados, en la que el pescado y los mariscos, los cereales de grano entero, los lácteos, las frutas y verduras del género brassica, las castañas, el aceite de oliva y el agua de manantiales son los exponentes principales.

Sin embargo, la especialista ha matizado que no solo se trata de lo que se come, sino “cuándo y cómo”, tras lo que ha hecho énfasis en la importancia de priorizar un tipo de cocina al vapor, hervido, a la plancha o en guisos. “La actividad física y el tiempo y calidad de sueño también forman parte de nuestra tradición (...) el beneficio que se obtiene no sólo depende de la dieta atlántica, sino del estilo de vida atlántico”, ha añadido Leis.

Sin embargo, son dos patrones que están siendo abandonados, especialmente por parte de los niños y jóvenes españoles, en favor de otras dietas basadas en productos procesados y ultraprocesados, una situación que los expertos achacan a los cambios en el estilo de vida hasta la globalización de los hábitos alimentarios hacia una cultura occidental en la que se consumen cada vez menos alimentos frescos.

“Se evidencia un descenso progresivo del consumo de pescado, de lácteos, de frutas y verduras, y el aumento del consumo de alimentos ultraprocesados, ya desde los primeros años de vida”, han agregado.

La pérdida de adherencia a este tipo de patrones coincide con el auge de otras estrategias que comienzan a gozar de un creciente seguimiento por parte de la población, como el ayuno intermitente, que consiste en la restricción de la ingesta de alimentos y bebidas calóricas a un horario determinado del día, y ayunar el resto del tiempo. Esta opción puede ser “una buena alternativa” para la pérdida de peso.

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