El tejo gallego: del veneno mortal al tratamiento contra el cáncer

El tejo, un árbol históricamente asociado con la muerte y utilizado en medicina, enfrenta la amenaza de extinción debido a la demanda del taxol, un valioso anticancerígeno que podría salvar vidas, pero que pone en peligro su supervivencia.

Ejemplar de tejo solitario.
Ejemplar de tejo solitario. | La Región

El tejo (Taxus baccata), conocido en Galicia como "teixo", es un árbol imponente de madera resistente y duradera, que se encuentra actualmente en declive debido tanto a factores climáticos como a la intervención humana. Este árbol, que en su hábitat natural está asociado a los hayedos y, en Galicia, a los abedulares, carballedas, avellanos y acebos, ha sido reconocido por su belleza y su presencia en los paisajes más emblemáticos de la región.

A lo largo de la historia, el tejo ha sido considerado un árbol de gran poder. Andrés de Laguna, en su "Tratado sobre la materia medicinal y los venenos mortales", lo describió como un veneno extremadamente mortal, que al ser ingerido causaba una rápida sensación de frío, sofocaba al individuo y provocaba la muerte en poco tiempo. En la antigüedad, los celtas lo utilizaban tanto en prácticas de hechicería como para fines suicidas. Además, en tiempos más recientes, el tejo también fue usado de forma medicinal: se decía que su madera servía para aliviar el dolor de muelas o para eliminar parásitos intestinales.

Sin embargo, el tejo también ha revelado propiedades más positivas. Investigaciones contemporáneas han descubierto que el tejo contiene compuestos con efectos beneficiosos, como propiedades anovulatorias, antidiabéticas y antiparasitarias. El más conocido de estos compuestos es el taxol, un potente anticancerígeno que fue descubierto gracias a un proyecto de investigación de los Estados Unidos enfocado en sustancias con propiedades antitumorales. El taxol actúa inhibiendo la división celular en las fases clave, frenando la proliferación de células malignas.

El problema radica en que obtener este valioso compuesto requiere de una gran cantidad de tejos centenarios. Para obtener el suficiente taxol para tratar a un solo paciente, se necesitan aproximadamente tres árboles de más de cien años. Este alto consumo ha llevado a la tala masiva de tejos en todo el mundo, especialmente en Asia, donde la demanda ha sido insostenible, y muchas poblaciones de tejos han desaparecido. Aunque los esfuerzos para replantar tejos son vastos, la demanda anual de taxol, que ronda los 200 kg, sigue siendo difícil de satisfacer de manera natural.

A pesar de los avances en la síntesis del taxol, que podrían reducir la dependencia de los tejos, la especie sigue siendo vulnerable. Por lo tanto, es crucial encontrar un equilibrio entre aprovechar los beneficios medicinales de este árbol y asegurar su preservación, para que las futuras generaciones puedan seguir disfrutando de su belleza en los bosques, mientras se salvan vidas con su valioso extracto.

Contenido patrocinado

stats