El regreso de Blanco Pascual

Ángeles Blanco depositó ayer un ramo de flores sobre la tumba de Manoel Blanco Pascual. Con este sencillo homenaje de la hija de Abdón Blanco García, el alcalde de O Barco fusilado en 1936, finalizó el entierro de quien fue brazo derecho de su padre, asesinado cuatro años después en el pueblo de Sigüeya (Benuza, León). Momentos antes, en este mismo lugar del cementerio civil habían sido colocadas dos coronas de flores, con la solidaridad del Concello barquense y del BNG valdeorrés. En el lugar se encontraba una testigo de excepción, María José Rovira Blanco, sobrina nieta del fotógrafo que recibió sepultura.

La colaboración de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica con la familia de Blanco Pascual permitió exhumar sus restos el cuatro de julio del 2009. Fue el resultado de un trabajo iniciado en el 2007, momento en el que María José Rovira se dirigió al colectivo berciano. 'Cuando tuvimos la oportunidad fuimos', explicaba ayer su vicepresidente, Santiago Macías. Esa ocasión llegó dos años después, cuando un grupo de voluntarios se desplazó hasta La Cabrera para abrir la fosa de Manoel Blanco Pascual. Ayer, los esfuerzos se vieron recompensados al darle sepultura en su pueblo.

La espera mereció la pena. María José Rovira dice que el entierro es 'un acto de justicia'. Eso sí, considera que los años que transcurrieron desde el asesinato hasta que los restos fueron cubiertos por la tierra de su concello son excesivos. 'Llegó muy tarde, pero mejor ahora que nunca', añadió. No obstante, se mostró extrañada con el silencio creado en torno a los últimos momentos de vida de su familiar. 'Sorprende que ahora, de repente, a la gente de la zona le viniese la memoria de las barbaridades de las que fue víctima, pues estuve en Sigüeña hace cinco años y nadie se acordaba de nada'. En el cementerio también estuvieron el actor local Francisco Campos y el alcalde, Alfredo García.

Los vecinos de Éntoma recrean una inauguración tras 74 años

El programa que diseñó la Concejalía de Cultura de O Barco se desarrolló sobre tres escenarios. Comenzó con el entierro de los restos de Manoel Blanco Pascual, en el cementerio civil de la villa, y continuó, cinco horas después, en el pueblo de Éntoma. Esta localidad, donde viven 326 personas, según asegura el Instituto Nacional de Estadística , dio un saltó atrás en el tiempo y retrocedió hasta el 12 de julio de 1936.

En esa fecha, el entonces teniente alcalde presidió la inauguración de una fuente pública, la misma que ayer volvían a recuperar los vecinos, tras la restauración que realizó el Concello.

El momento más entrañable coincidió con la intervención de varios vecinos, que recordaron las poesías y cuentos con los que, hace 74 años, agradecieron la obra promovida por el homenajeado. Con una envidiable memoria rescataron un

acto que ya habían protagonizado siendo niños.

Esta 'reinauguración' la presentó el teniente alcalde y concejal de Cultura barquense, Eduardo Ojea, quien destacó el 'importante valor social' que la fuente, en el momento de ser construida. En aquel entonces, la hoy en día denominada 'Fonte do Loureiro' también era llamada 'Fonte dos namorados', debido a la peculiar tipología de los usuarios que procuraban no dejarse ver en ella.

Además, habló el edil de Medio Rural, Luis Arias, quien recordó con emoción que 'Blanco Pascual foi íntimo amigo do meu pai'.

La recuperación de la figura del fotógrafo desaparecido incluye dos exposiciones de su obra, que conforman el último escenario del homenaje. La del Concello en la sala de Caixanova y la del Ateneo Republicano, en Sargadelos. También se expone la cerámica de 'A Casa de Laura', del marido de María José Rovira.