Pancracio, una vida dedicada a dar felicidad

Uno podía pasar horas escuchando a Fernando Álvarez, o más bien al payaso Pancracio, porque ambos se han fusionado hasta ser solo uno con bonito fin: hacer reír a la gente. Desde Jerez llegó para formarse con el padre Silva en Benposta y su Ciudad de los Muchachos. Con él recorrió varios países, y cuando se decidió a volar en solitario, las puertas del mundo siguieron abriéndose para que pudiese mostrar al público eso que tan bien se le daba: hacer feliz a la gente.

Publicado: 16 ene 2022 - 03:00 Actualizado: 16 ene 2022 - 08:07

VIDA | Pancracio, una vida dedicada a dar felicidad

Nombre: Fernando Álvarez González, Payaso Pancracio

Lugar y fecha de nacimiento: Jerez de la Frontera, Cádiz. 29/07/195

Profesión: Payaso

Su comienzo en el mundo artístico no deja de ser peculiar y digno de compartir con todo aquel que tenga un minuto para leer y escuchar. ¿Cómo acabó un jerezano formándose en el Circo de los Muchachos de Benposta?

Tenía unos 12 años cuando el Circo de los Muchachos fundado en Benposta pasó por mi tierra. En un descuido logré colarme en él y, en el descanso, ante el entonces obispo auxiliar de Jerez, monseñor Cirarda, y el padre Silva, fundador del circo ciudad de los Muchachos, le pregunté “Padre, ¿cuánto vale ser payaso?”. Yo no tenía dinero para la formación. El padre Silva me dijo que las ganas, la ilusión lo eran todo y que hablase con mi madre. Y ella me dejó ir porque no podía más conmigo. Y así fue como llegué a Ourense, y subimos a Celanova… ¡que frío pasé allí! Imagínate, Mónica, ¡un jerezano en el invierno de las tierras de San Rosendo!

Esa frase de que su madre “no podía con usted” suena a que era bastante travieso…

Más que bastante. Desde niño me gustaba hacer reír, y eso me valió para que me echaran de varios colegios. A modo de anécdota, mi madre quería que fuese Marianista, y yo, en un colegio católico, cuando me preguntaron por qué hago reír a los demás, voy y digo que “Jesús vino al mundo a hacer reír”. Imagínate Mónica, en el año 67 contestar eso. Una blasfemia y expulsión directa. Para mí Jesús hacía feliz a la gente con su risa, pero para los curas, Él no había venido al mundo a eso, que de donde había sacado esas ideas. Que la risa era otra cosa muy distinta a la religión. Así que… fuera del colegio. Aunque todos los niños estaban conmigo. La verdad es que el circo fue mi salvación y dio salida a mi modo de ver las cosas y a realizar mis sueños.

Lo dejó ir, y fue un éxito total.

Sí, pero con sus lágrimas de madre… el mundo del artista no estaba muy bien visto por aquel entonces. Pero tantos años, actuaciones y viajes dan fe de ello. Tienes que darte cuenta que provengo de una familia muy humilde.

Que guardaba un secreto que descubrió con el tiempo y que cambió esa infancia en la calle Limones de la que tanto habla.

Al parecer veníamos de la familia Romero Valdespino, a la que pertenecían todas esas bodegas en Jerez del marqués y la marquesa del Real Tesoro. Pero el Estado lo cogió todo y arruinó a mi familia.

Y en el circo no empezó de payaso… ni de acróbata.

Para nada, empecé vendiendo globos. No sabía hacer otra cosa. ¡Pero era el que más globos vendía! No había padre que dejase a su hijo sin uno.

Pero según la filosofía del padre Silva y del Circo de los Muchachos empezó a formarse.

El ambiente de amor y solidaridad hacía que todos hiciésemos de todo. Ayudar los unos a los otros siempre. Sentí esa fuerza y fue esa fuerza la que me ayudó a continuar. Yo no entré para hacer acrobacias, y las acabé haciendo. Nada más y nada menos que el doble salto mortal. Y eso que el primer saltó, sencillo, lo hice en Carballiño, pasando de ser mozo de pista a saltador, con solo cambiarme la ropa. La verdad es que yo me metía en todo y era muy feliz.

Y llegó el momento de empezar a formarse como payaso, de manos de unos artistas que estaban de paso en un momento en el que no tenían funciones.

Empecé con un señor que estaba con su mujer de vacaciones en Benposta, Anastasini, un payaso Augusto (el tradicional payaso con su nariz roja extravagante, liante, torpe… representa la libertad y la anarquía, el mundo infantil), que acababa de separarse de su hermano, un payaso Blanco (el clown. Por lo general viste elegantemente y se maquilla siempre de blanco. Representa el orden, el mundo adulto). Él me contó que había llevado a escena un número que había sido un gran fracaso. A mí me interesó y le pedí que me lo enseñara. Todos los números fracasados tienen un porqué y, con Naranjita, mi inseparable compañero durante años, llegué a Madrid… ¡y triunfamos! Yo había adaptado el número totalmente. Había que estar loco para en el 69 ser payaso sin la gran nariz y la peluca. Yo solo me pintaba la nariz. Fue un gran éxito para nosotros y fui el payaso mas joven del mundo, y un fracaso para todos payasos clásicos de la época que me miraban con malos ojos. En esa época no llevar una gran nariz de plástico como Rivel, estaba hasta mal visto. Pero para mí ser payaso era más profundo que todo eso. Y maquillarme mucho era quitar la realidad y la poesía de la persona. Como poner una máscara en la comedia del arte. Y así empecé a funcionar.

No puedo evitar preguntarle de donde viene ese nombre de Pancracito que luego se transformó en Pancracio.

Me lo dieron con los años. Yo más bien pensaba en Fernandito, pero me llamaban Pancro, Pancra, Pancrucio… que acabó siendo Pancracito, y más tarde, con los años, Pancracio. El por qué no lo sé, igual por la cara que tenía de Pulgacito, y que era un niño muy agitado, activo, que iba más allá…

Pancracito y Naranjita fue la pareja de payasos más importante del momento.

Sin duda. Pobre Naranjita, su madre lo mete en Benposta para que se formase en los estudios, y yo lo cojo para que me acompañe de payaso. Pero es que él era muy guapo, y yo muy feo. ¡Así hacíamos el tándem perfecto! (Risas). Recorrimos medio mundo: Madrid, Francia, Alemania, Bélgica, Estados Unidos, Colombia, México, Venezuela, Japón... y aparecimos en revistas de todo tipo. Pero ya en 1975, quería volar más lejos de Benposta, y sentí que tocaba iniciar etapa en solitario. Y nació el verdadero Pancracio. Empecé a moverme y a recorrer nuevos lugares con mi espectáculo en solitario y como director de una escuela de circo en París. En estos años me casé y tuve dos hijos, Vladimir y Antón.

Y en todos esos viajes conoció a destacadas personas del mundo de la cultura, política, empresarios e incluso la realiza.

¡Ni te puedes imaginar! Desde Dalí, JP. Belmondo, a la princesa Fabiola, productores, empresarios como los creadores de la famosa comedia musical HAIR. Me acuerdo como en Nueva York actuamos con el Circo de los Muchachos en el Madison Square Garden. El productor americano quiso cambiar muchas cosas del espectáculo, y una de ellas era yo, que me veía casi en cada número. Habló conmigo, me habló de que tenía una nueva idea, y yo la llevé a cabo, porque era una idea que me encantaba y que triunfaba. Ahí estaba en mi jugo y donde necesitaba estar desde hace años. Entonces yo ya era más conocido y me llevó a una habitación solo en el Hotel Hilton, ¡nada más y nada menos que la habitación de Elvis Presley! Aún no era tan conocido, ¡pero era Elvis! Yo no soy narcisista, esta es una pequeña historia entre tantas.

Esas personalidades también pueden presumir de haberle conocido a usted.

Estamos en lo mismo. En París, el periódico Le Figaro, me decían que tenía mucha suerte de haber estado con Dalí. Yo era muy pequeño, y le decía, “no, él ha tenido la suerte de estar conmigo” (risas).

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Con la reina Fabiola al finalizar un espectáculo.

¿Cambia mucho el humor de unos países a otros?

Totalmente. Hay que adaptarse para gustar y triunfar. El público no es el mismo en Francia que en España.

Pancracio siempre fue un payaso muy singular.

Yo era distinto a los demás. Desde muy joven aparecía en escenario tan solo con la nariz pintada, un traje normal y unos pequeños zapatos. Y ya estaba. La magia estaba ahí. El payaso y la risa está ahí, no en el maquillaje. No hace falta más. Pero fue difícil. Es difícil hacer reír a los demás.

¿Cuál ha sido la evolución del payaso con el tiempo?

Creo que el payaso se ha deformado a través de las familias del circo. Me explico. Ha habido muy buenos payasos formados en circo y muy buenos payasos que estaban fuera de esas familias. Con el tiempo, el que hacía el salto mortal, el que vendía palomitas, el que ayudaba a sentar a la gente… acaba siendo payaso porque no saben de que sobrevivir Yo lo respeto, pero si no perteneces a la familia del circo, tienes muy difícil salir adelante. Es la parte triste del circo de familias.

De la frase “Padre, ¿cuánto cuesta ser payaso?” nació un libro escrito por su hermano Luis Álvarez.

Es una novela histórica y también biográfica que comienza en Benposta. Gira en torno a mi personaje, el payaso Pancracio, y toda su vida dedicada al espectáculo. Es también un ensayo en el que se explica el modelo educativo de Benposta y el circo en el que la ayuda de unos a los otros era la base. Todo era una comunidad, con su propia moneda y sus normas. Una utopía de formar artistas de circo que pocos pudimos continuar.

En su visita a Benposta para rodar el anuncio de “La Resistencia”.
En su visita a Benposta para rodar el anuncio de “La Resistencia”.

En su visita a Benposta para rodar el anuncio de “La Resistencia”.

¿Cuál es el papel de la risa en las personas?

La risa es la vida. Y yo mismo, con los años, me di cuenta de que yo quería hacer reír a los demás porque dentro de mí había una tragedia que no podía sobrepasar si no había esa risa. Gracias a hacer reír a los demás, yo me curé. El mismo Freud lo dice: “antes de dormir, piensa en tu día en algo gracioso. Y verás cómo puedes dormir mucho más relajado”.

La risa, con los años es también la profundidad de las personas, el amor a los demás. Si tú no estás bien, si no eres feliz contigo mismo, no puedes hacerlo a los demás. Tienes que buscar tu felicidad para darla a los demás. Y eso también forma parte de la risa.

La vida también te enseña a sonreír. A que nada te va a dar nada. Pero te va a dar todo. Y que de la más grande miseria, puedes llegar a lo más alto. Sin nada. Eso es muy bonito.

Y para finalizar, vamos con lo último. Forma parte de uno de los anuncios de “La Resistencia” de Estrella Galicia para promocionar la serie “La Casa de Papel”. ¿Cómo llega a ello?

Mónica, no te lo vas a creer. Me llaman y me dicen si conozco Netflix. Yo, ni idea. Si he oído hablar de la serie “La Casa de Papel” y yo, pobrecitos, si viven en una casa de papel. Y si conozco la cerveza Estrella de Galicia. Y yo le contesto que no bebo cerveza, que bebo solo una copa de Rioja. No te rías “chiquilla”. Creo que se quedaron “pensativos pensando de que planeta salió este personaje”. Con todo, me llevaron a Madrid y ahí fue cuando comentamos juntos que sería una buena idea rodar en Benposta, donde todo comenzó para mí, y la que fue una de las primeras escuelas del mundo.

¿Qué tal la experiencia?

¡Menos mal que no soy actor! ¡Que estrés! Es una total locura. Llenos de bombas en mi cuerpo horas y horas de rodaje, luego el director de la producción me dice de poner una cara segura, y le respondí: “¡con tanta agua que bebo! ¿No tenéis mejor una cerveza para que pueda tener una cara mas alegre?”. La verdad, se portaron muy bien y pienso que me entendieron. ¡Pero que suerte que soy payaso!

Para este 2022, ¿muchos planes?

Sí. Seguiré ayudando a niños con autismo o con otras dificultades. Un payaso es una entrada en su corazón y eso va conmigo. Trabajar en galas aplazadas por estos años de pandemia. Y sobre todo, seguir con la satisfacción de hacer reír a la gente y continuar esta risa que es el despertar de los que quieren soñar.

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