El poder sanador de la música

Publicado: 18 sep 2022 - 04:48 Actualizado: 18 sep 2022 - 08:33

El poder sanador de la música

Montse Merino comenzó a interesarse por la musicoterapia por circunstancias personales. A muy temprana edad empezó a escribir cuentos y canciones y, desde entonces, la música es el hilo conductor de su vida. Más tarde tuvo consciencia de que la música como lenguaje no verbal, posibilita la gestión de situaciones complejas y delicadas a nivel profundo, y se dedicó a buscar respuestas a esta cuestión. Y así es como, poco a poco, sin dejar de formarse hizo que la musicoterapia fuese un pilar esencial de su vida, compartiendo sus conocimientos y beneficios de esta terapia con pacientes y todos aquellos que se interesan en la formación de esta práctica.

Lleva toda una vida dedicada a la investigación y puesta en práctica de la musicoterapia. Para aquellos que desconocen esta práctica, ¿en qué consiste?

Es una profesión sanitaria que utilizamos la vibración, el sonido y la música para acompañar en la calidad de vida de las personas en diferentes contextos que abarcan desde el educativo-pedagógico, el clínico, social, sanitario, comunitario… Se trata de un proceso de acompañamiento a las personas, en el camino que va desde la detección de su nueva situación hasta que su organismo se restablezca, se adapte a su nuevo estado vital; por supuesto en tratamientos paliativos y también para acompañar a morir. Estamos cuando se necesita en relación con la enfermedad física, fisiológica, emocional, mental, cognitiva y espiritual. Cuando hablo de espiritual me refiero a la pérdida de orientación o motivación en la vida.

Cuando hablamos de terapias, muchas veces la mente se va a personas que sufren alguna afección, pero la musicoterapia también se dirige a personas “sanas”.

Si, En ese sentido, propongo la “musicoterapia preventiva”, que es la que se realiza en un estado de “buena salud”. Desde el nacimiento a la muerte, creamos espacios en los que la música está presente para el desarrollo de una persona. Con esta intervención, busco la activación de recursos para que las personas tengan herramientas para reaccionar ante situaciones de cambio. El ser humano es sistema nervioso que es quien se encarga de todo. Movernos, sentir emociones, procesarlas, pensar, decidir, comer, respirar… y todo está relacionado y convive simultáneamente y todo lo que hacemos está relacionado. El cerebro se ocupa de distribuir la información que le llega. El hemisferio izquierdo es bueno organizando y con pensamiento lineal, que permite una estructura más focalizada para lograr completar tareas. Al derecho se le atribuye más conexión con el cuerpo físico y la creatividad, el que se ocupa de encontrar recursos para solucionar problemas y crear, inventar novedades. Los dos hemisferios está conectados y la información fluye entre ambos. Cuando existe tensión, amenaza, estrés, miedo, vergüenza… los hemisferios se desconectan entre sí. Para la música, necesitamos utilizar los dos simultáneamente: el cuerpo para bailar, brazo para tocar, la respiración…aunque también las emociones, el proceso mental y la escucha activa para escoger que voy a aportar para enriquecer lo que ya suena, en algunos casos el silencio. Por eso es tan importante en nuestras vidas el sonido, el cerebro se comunica y funciona totalmente conectado. Se lleva a cabo un proceso mental completo físico, emocional y fisiológico.

Y de ahí la importancia de la música también desde la infancia.

En 2011 he creado el proyecto “La música. Pulso & Matriz. Salud en la educación. Sonando desde la raíz”. Se trata de un concepto de escuela (Infantil, Primaria, Secundaria…) que utiliza como eje central la música y paradigmas más flexibles y amorosos, en continuo movimiento. Si se aplica desde la infancia, se evitarán muchas situaciones de enfermedad y sufrimiento. Hacemos intervención activa en centros de Galicia, Catalunya y Valencia con resultados muy positivos desde el aula ordinaria.

Y ya como terapia a personas con diferentes enfermedades, han puesto en marcha un programa en los hospitales.

Por ejemplo, en 2015 la Subdirectora de Calidad y Atención al Paciente de la Gerencia de Gestión Integrada de Santiago, me propuso que hubiera presencia de la musicoterapia en el CHUS y hemos seguido hasta que saltó la alarma por pandemia. En 2019 Mº Belén Piñeiro, Jefa de Servicio de Atención ao Paciente e Humanización del CHUOU, se puso en contacto conmigo y en 2020 hemos firmado un convenio de colaboración con el SERGAS para el Área Sanitaria de Ourense, Verín y Barco. Desde entonces ofrecemos servicios para pacientes ingresados y externos, familias y equipo médico-sanitario que lo solicite. Hemos empezado en Salud Mental en el HHD y en Piñor y a medida que se posible por las restricciones de la pandemia, iremos incorporando más servicios en las diferentes áreas que decida la gerencia.

¿Cómo responde la gente cuando le dice que se le va a realizar musicoterapia?

En general, la respuesta es fabulosa. Por una parte tiene el lado creativo y artístico, haciendo que por un momento una persona se sienta músico y artista. Eso es genial para la autoestima. Son protagonistas. No hay nada más que ver el éxito de los programas musicales. Así que cuando a una persona le propones hacer una terapia, lo primero son reticencias. Le hablas de la musicoterapia, y ya todo cambia. Hay risas, todo es distendido, natural, muestra el lado más creativo y artístico… y eso nos encanta a todos porque nos valida como personas.

¿Tiene que ver la musicoterapia con el conocido como “Efecto Mozart”?

El “Efecto Mozart” fue un experimento realizado en su momento, como otros que se siguen haciendo desde los años 60, sobre los beneficios de la música. En su momento cumplió una labor muy importante para hacer ver que la música es necesaria y un canal para la curación, aunque la música que funciona es con la que se identifica cada paciente y sus propias producciones dentro de la sesión.

Y, en general, algo que se estarán preguntando nuestros lectores, es sobre los beneficios de la musicoterapia.

Tenemos ejemplos para argumentar que favorece la neurogénesis, reduce la producción de radicales libres; en otros aspectos aumenta la motivación; la tolerancia; la escucha; la comunicación; factores cognitivos; regulación de la intensidad de las emociones, consciencia corporal, la frecuencia cardíaca, producción de hormonas, ciclo del sueño, neurotransmisores... En pediatría, activación de funciones en prematuros, entre otras. En enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, es esencial la musicoterapia preventiva en la edad adulta y una vez se manifiesta, también en diferentes estadíos. Hemos obtenido resultados muy positivos, incluso con recuperación de memoria. Y hay mucho más… ¡Si te cuento no acabaríamos nunca la entrevista! (risas)

¿La musicoterapia se utiliza para estimular, relajar o ambas?

Para ambas. Depende del caso de cada uno. He trabajado con personas en coma profundo que han podido llegar a comer o a cantar o hablar. Con otras que necesitaban calmar un alto nivel de estrés. También para conectar el sistema nervioso de la acción y el reposo. Date cuenta que muchas personas enferman con la jubilación, y eso se debe a que el día a día del trabajo hacía que solo tuviesen entrenada esa parte, la de la acción. Y nunca se han parado a no hacer, a estar tranquilos con el ocio, y cuando llega ese momento, el cuerpo reacciona y enferma pues no está entrenado, no dispone de herramientas y recursos.

¿Qué composiciones musicales se utilizan?

Todas las músicas. Cada historia de un paciente es particular, así que todas son buenas. La música se hace en vivo, en el momento, se crea y va desde el rap al reggaetton, pasando por clásicos de la música, pop, tradicional…

¿Escuchar o hacer música hace que se desarrollen otras habilidades?

Totalmente. Una cosa es reproducir música y otra crear música, también la espontanea, es decir la improvisación, a la que puede acceder cualquier persona aunque no sepa música. Explicado de forma sencialla, la musicoterapeuta se encarga de darle forma. ¿Y qué hace la improvisación en la musicoterapia científica aplicada? Por una parte nos ofrece información de la persona, que nos permite diseñar la intervención específica y observar los cambios que se producen en el proceso hasta finalizar. La improvisación se conecta directamente con los recursos que disponemos para elaborar respuesta a diferentes situaciones en el día a día y su entrenamiento reduce la latencia a la hora de encontrar la mejor solución.

Usted define los sonidos como amor.

Casa Baubo es amor y sonido inseparables. La Música nos sitúa en vivencias “amorosas”. Y el amor nos sana la vida. Ahora mismo estamos investigando mucho sobre ello.

Para finalizar, ¿cómo se reconoce a un verdadero profesional de la musicoterapia?

Para empezar, tiene curiosidad y prudencia. Una capacidad de escucha plena disponible. Amor por el ser humano, capacidad de servicio, ilusión e interés por mejorar su calidad de vida. Un conocimiento mínimo de saber quién eres para saber quién no eres. Y, por supuesto, una formación sólida. Musicoterapia no es poner música a la gente y ya está, ni “enseñarles para adquirir destrezas para tocar”. Para arrancar en la formación como musicoterapeuta, la base necesaria es saber tocar instrumentos y cantar. Hay que estudiar muchas asignaturas relacionadas con el ser humano y su dimensión múltiple. Actualmente impartimos formación de cuatro años más un máster de un año en Musicoterapia Científica Aplicada. Además, un máster en Pedagogía Musical. Dos formaciones internacionales que se ofrece desde Ourense.

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