Al COB se le baja la persiana en Oviedo (75-73)

TRES DERROTAS SEGUIDAS

El equipo ourensano perdió en Oviedo un encuentro muy ganable en el que evidenció sus problemas ofensivos y enlaza tres derrotas consecutivas

Cosialls trata de anotar ante la oposición del cobista Rafa Lisboa.
Cosialls trata de anotar ante la oposición del cobista Rafa Lisboa. | Julián Rus /OCB

Si con un 1 de 17 en triples, dejándote siete tiros libres por el camino y cogiendo 15 rebotes menos que tu rival te vas del pabellón pensando que podías haber ganado, la derrota duele mucho más. El COB perdió en Oviedo 75-73 y mete profundidad a un bache compuesto ya por tres derrotas seguidas. Los ourensanos pelearon, apretaron en defensa (por momentos, mucho), pero fueron víctimas de una falta de acierto impropia a estos niveles. Un día especialmente malo, sí, pero en un equipo que no va sobrado de calidad cuando mira al aro contrario. Hay trabajadores, hay cemento armado, pero faltan artistas del balón. Y eso se nota y se paga en partidos así. El Oviedo tuvo a Townes y el COB a nadie.

Fue un combate entre dos entrenadores que se conocen como si se hubieran parido. La cosa empezó con ritmo, como dos boxeadores en el centro del ring dándose mandobles, aunque no acertando siempre. El Oviedo, con un Faure especialmente fino, cogió la primera renta (12-6, m.5), aunque McDonnell y Okanu decidieron que era muy pronto para que se escapase el caballo. Minutos que dejaron una superioridad manifiesta de los asturianos en el rebote. Le estaban comiendo la tostada al COB en su terrero. Mal asunto.

Pero espabilaron los ourensanos, peleados ya con un tiro de tres que no entraba ni por recomendación, para ponerse por delante con una canasta de Jürgens. Dio la réplica Faure en el último suspiro para poner el 24-23 al final del último cuarto. Combate nulo.

Ajustaron Moncho López y Javi Rodríguez y el partido pasó a la trinchera. Menos puntos, más fricción. Dio un paso adelante la defensa del COB, que frenaba bien a los peligrosos exteriores ovetenses. El impacto de salida de Martín Fernández sentó bien, pero se seguían fallando los tiros que abrían la puerta a una ventaja más digna (27-30, m.13). El impredecible Jürgens tuvo sus mejores momentos, incluso metió un triple (¡milagro!). Fue el único que celebrarían los cobistas en toda la mañana. Sirvió para irse al descanso mandando 37-39. Con más sombras que luces, el COB iba por delante. Inevitable pensar eso de “al poco que mejore…”

Pero los deseos se esfumaron al poco de la reanudación. El Oviedo tuvo una marcha más, con Lobaco apareciendo y Townes haciendo un “spolier” de lo que estaba por venir (48-42, m.23). A partir de ahí tocó ir a remolque. Okanu se echó el equipo a sus poderosas espaldas en defensa y en ataque, con ese tirito a tres metros. El nigeriano evitó la sangría y mantuvo las opciones de un equipo que desearía pedir tiempo muerto en cada jugada, porque es salir del banquillo y anotar gracias a la pizarra, (59-55, m.30). Imploraba el COB por una mejoría en los porcentajes que no llegaba. Tampoco el rebote, aliado tantas veces, daba segundas oportunidades.

Último intento

Empezado el último cuarto, Kalscheur, negado en ataque, fue expulsado por cinco faltas, lo que espoleó a Lisboa para pedir galones y dejar a su equipo a tiro de piedra, 61-60. Nwaokorie y Townes se aliaron para estirar el chicle una vez más. Y llegaron las prisas, que no fueron buenas consejeras. Triples que se estrellaron contra el tablero o contra nada, directamente. Solo con pelear no llegaba, pero corrían malos tiempos para la lírica. El COB no tiene ese jugador para darle la bola con los ojos cerrados. Su raza les llevó a tiro de triple, 73-70. Posesión para tratar de empatar. Pero el diablo del hombro de Jürgens le ganó la partida al angelito e hizo un campo atrás tan extraño como decisivo. Lisboa tuvo dos tiros libres. La fórmula estaba clara: meter el primero, tirar al fallo en el segundo y rezar al santoral. Lo primero, bien. Lo segundo, mal. El COB falló mucho cuando no quería y, cuando quiso fallar, también falló. Posesión para el Oviedo y final. Un extraño epílogo para un día que deja un regusto amargo y unos cuantos remordimientos, 75-73.

Porque el COB hincó la rodilla en Oviedo, como antes había hecho en A Coruña y ante el Gipuzkoa en el Pazo. Son tres derrotas consecutivas para cerrar el año. Mirando hacia adelante, el calendario no pone aliados precisamente. Estudiantes, Obradoiro, habrá que ver cuando ponen el aplazado de Fuenlabrada… Mejor no echar cuentas y centrarse en recuperar la mejor versión posible.

El COB sabe de sus fortalezas, que las hay. Pero también muestra sus debilidades. Necesita rozar la perfección en las primeras para que las segundas no te castiguen. En Oviedo no fue suficiente.

Contenido patrocinado

stats