Cartas al director

Ganas de vivir

 Éramos niños, cuando nuestra energía natural andaba, sin cortapisas, entrometiéndose en cualesquiera de las actividades de nuestro barrio; en donde el juego nos llevaba hasta la extenuación. Sin tener en cuenta el precio que pone el miedo en el mundo de los adultos.
Al llegar a las edades más avanzadas de la vida, el de la niñez gana posiciones en la memoria con la frescura que produce la bendita e infantil inocencia.
No es necesario, para los abuelitos, armarles un sofisticado álbum (informático o de papel) con los recuerdos de su infancia; su agradecida memoria les permitirá aflorar esas imágenes de la niñez, cuando más lo necesiten. Así, de paso, les advierte que la edad mental no reside en los años cumplidos, sino en las ganas de vivir que ponga cada uno.