Opinión

Que viene el lobo feroz

Entre el estupor o aun la desazón, o la hilaridad más bien, el ver a tanto disfrazado  del "Ancien Régime", en este periódico que da cabida a todas las tendencias, concretamente la de esas dos fotos del sábado, de pasados tiempos en los que el gobernador civil se ataviaba con chaqueta a modo de cazadora o guerrera militar o blanca o negra, según la estación, como jefe provincial del Movimiento, cuando no lustrosas botas o correajes y boina roja en ristre como sujeta al hombro, o el gobernador militar y sus adláteres, bandas y entorchados, la autoridad provincial su fracs, alguna chistera, o los clérigos sus talares ropas, que éstos prestos a meter bajo palio cuando se terciase, y se terció alguna vez, al mismísimo dictator maximus, o esos cuasi camuflados falangistas con sus negras gorras de plato presididas por la insignia del gran emplasto del yugo y las flechas. No quiero pensar que como sospechosos de elaborar listas, o parecieren esbirros ejecutores tras ellas, o alentando o formando parte de aquellas temibles Escuadras Negras que “paseaban” a los sacados de Celanova u Oseira o de la misma cárcel del Progreso. Hay que situarse en la posguerra inmediata, 1943, y quienes eran las autoridades. La foto de la izquierda muestra a esos que fantoches hoy, temibles ayer, que al modo del tirano de Siracusa Dionisio, si talla intelectual tuviesen, pronunciarían aquello: "Oderint dum metuant" (Que me odien con tal de que me teman). Parecen estos personajes, de segundo plano, ahora que estoy viendo las series de la solución final del problema judío en Auschwitz-Bikernau, Treblinka y tantos campos de exterminio, como jerarcas sacados de las SS nazis, que en su día reunidos para planificar y participar en la millonaria masacre. Algunos del segundo plano, no quiero pensar que bajo esos torvos gorros de plato se oculten algunos de los que siguieron al dedillo las consignas que se plasman en los puntos programáticos de aquel infame general Mola, de erradicación o eliminación de prisioneros en el campo de batalla o fuera de él, incluso de los piensen diferente, exterminio que se llevó a cabo de modo sistemático. Estas fotos, aunque no de exaltación de aquellos tiempos, pensemos que aun como recordatorio, serían impensables en Alemania o en la misma Italia. Hilando muy fino podrían ser tomadas como de exaltación del franquismo, un remedo del nazismo o fascismo, algo inimaginable para esas democracias hoy la asunción de aquellos totalitarismos; esta muestra fotográfica no es sino demostrativa de lo que entonces era de asfixiante circulación. Mereció la pena echarle una hojeada.

Estos recordatorios son convenientes para evitar que corrientes ultras acaben desestabilizando lo que tenemos, esta libertad de opinión, entre otras.


Los lobos


Y ahora, a la alarma producida en el campo por esos lobos que surgen como si de apariciones tipo Fátima, Lourdes o cualesquiera otras, que siempre a ignaros pastorcillos o a crédulos. Una dice que vio a cuatro lobos merodeando, otro que le comieron los terneros, un tercero las ovejas, y podría surgir un cuarto. Hasta alguna sociedad de cazadores se pronunciaba sobre el "canis lupus signatus que acaba con los jabalíes que ellos cazan como si fácil fuese, que aunque, ¿no quedamos en qué el jabalí una plaga para el campesino?, que debe, por lo tanto, ser reducida. Como si el lobo solitario, en manadas más raro estado, pudiese predar sobre el temido suido, que ya destroza sembrados, ya praderías, incluso caminos y también el césped en torno a piscinas. Un tanto de cordura pusieron en el asunto las palabras de Serafín, el presidente de la SGHN, cuando el desmadre está servido: Parece que se busca matar al lobo doquiera se halle. Es una forma de saltar al campo y ampliar la caza mayor. Solo le faltaba al cánido salvaje causar alguna muerte de humano para ya ser perseguido hasta el exterminio. Cada vez que un medio de comunicación habla del lobo, échate a temblar. Lo hará como si de alarma social se tratase. Pobre lobo feroz, el de los cuentos de hadas, que ensalzaban al cerdito como noble gordito en contra del sanguinario lupino, de esbelta figura. Unos paisanos de una aldea de Entrimo, algún tiempo hace, pero lo recuerdo, denunciaron el ataque de unos lobos que habían causado la muerte de más de un centenar de  ovejas. Cuando los técnicos de la Xunta fueron a evaluar los daños, para la consiguiente indemnización, no aparecían los restos de tanta masacre, si acaso una media docena, cuando más. Unos vivos estos pastores. Con todo, la noticia se difundió y la alarma social por la mentira provocada;  no obstante no logró que se organizaran batidas. Esperemos que ahora tampoco, porque uno que en el monte habitual y habiendo avistado más de un ejemplar, jamás se sintió amenazado, aunque haya que reconocer que la presencia del lobo inquieta.

El lobo, en el bosque boreal siempre fue el gran competidor del hombre, y subsiste esa animadversión hacia él transmitida de antepasados. Dejamos que vaguen, controlen las poblaciones de jabalíes, preden sobre los corzos y añadan ese misterio al medio.

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