Opinión

Homenaje merecido

El próximo día 8 de abril, los Amigos de la República van a rendir un merecido homenaje a Manuel Peña-Rey por su larga trayectoria en defensa de los ideales republicanos. Este hecho hace que mis recuerdos fluyan en mi memoria y me retrotraigan a tiempos pretéritos en los que la lucha por las libertades era una prioridad para aquellos que aspirábamos a un sistema democrático.

Conozco a Manolo Peña desde que tengo memoria; su padre, ilustre ginecólogo, ayudó a mi madre a traerme al mundo. La entrañable Marisa, su mujer y fiel compañera, trabajó desde su juventud en el colegio de mi abuelo hasta el día de su boda. Y Manolo es un buen amigo mío además de excamarada desde finales de los sesenta y comienzos de los setenta. He compartido con él infinidad de acontecimientos y puedo afirmar, con rotundidad, la coherencia de sus principios, su honestidad intachable y su compromiso político con el Partido Comunista, al que dedicó su vida. Lo recuerdo como alma de la célula de intelectuales del PCG, compartiendo militancia con Jaime Quesada, Alberto Ferrer, Antonio Tovar, Santiago Lamas, Carlos Vázquez (Tanco), Augusto Valencia, Martínez Randulfe, Antonio Estévez, Agustín Perianes…, debatiendo y transmitiendo las estrategias que la lucha política exigía a los militantes comunistas. No me puedo olvidar del primer comité provincial constituido después de las detenciones de los organizadores de Comisiones Campesinas, donde varios compañeros fueron torturados salvajemente en la Comisaría de Policía, entre otros Carlos Barros Guimerans, Camilo de Dios, los hermanos Sergio y Luis Sandoval; otros fueron incomunicados, como el mismo Manolo, Augusto V., A. Estévez… No puedo dejar de recordar a Carlos Vázquez llevando una bandeja con viandas a los detenidos. Al poco tiempo se constituyó ese comité formado por Peña-Rey, Carlos Barros (en prisión), Vicente González Montoto (había sido enviado por Santiago Álvarez) y yo mismo; después se fue ampliando y formaron parte Concha Limia, Paco López Cambeses, Jaime Quesada y Carlos López Polo. Manolo estaba en todas partes, era miembro de la ejecutiva gallega del partido, de su comité central, trabajaba como médico en la Cruz Roja y en el Hospital Provincial, organizaba la presencia del partido en la Sanidad, a lo que se incorporó Quiques Montes Deza y José Liceras Miranda. Organizó un encierro en la Catedral, para protestar por el proceso de Burgos donde se pedían varias penas de muerte. Aquel encierro le costó ser despedido de empleo en sus responsabilidades sanitarias, lo mismo que le pasó a la doctora Montes.

Fuimos compañeros en la primera Junta Directiva del Ateneo elegida democráticamente, compartiendo candidatura con Cabaleiro Goás, Temes Ramos, Carmiña Encinas, Celso Montero, Díaz Núñez, J. Martínez Randulfe, Jaime Quesada, J.L. Tovar Bobillo y Fernando Díaz (sustituyó a Carlos Vázquez, que había fallecido)

Tuve el honor de compartir con él la constitución de la Junta Democrática en Ourense, formada entre otros por José Luis López Cid, Gándara, Rego Nieto, Fermín Novo, Sánchez Izquierdo, Javier M. Randulfe, J. Quesada, Anselmo López Morais, Eustaquio Puga…

Hemos coincidido en el II Congreso del PCG en París. Hemos participado en la asamblea gallega de la Junta Demócratica en Guimaraes (Portugal), en la que fueron elegidos los representantes gallegos que se entrevistaron con Don Juan de Borbón; siendo estos Álvarez Gándara, de Vigo, y López Agudín, de A Coruña.

Soy testigo pues de su inmenso trabajo en busca de una sociedad libre, democrática y justa. Encarna en su persona las virtudes de un luchador por la República. Como decía Emilie Girardin: “La libertad es como el movimiento: no se define, se demuestra”. Manuel Peña Rey ha demostrado una vida en favor de la libertad.

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