Opinión

A todos los pueblos del mundo

La relectura de la declaración de los diputados independentistas catalanes de hace unas semanas resulta sonrojante. Claro que ellos no pueden ponerse más colorados ya, porque nacieron todos en la misma tomatera (pantomaca ¿lo pillan?).

Ya la dedicatoria inicial: "Al pueblo de Catalunya y a todos los pueblos del mundo";vw parece haber salido de un mal guionista de serie B algo fumado. Pero la cosa mejora después: "Durante siglos Catalunya se ha dotado de instituciones propias que han ejercido el autogobierno con plenitud". Ignoro a qué llaman siglo los firmantes de la declaración, pero para la mayoría de los que hemos estudiado algo un siglo son cien años.

Hace poco escribí un artículo aquí sobre la mentira, en el que yo mismo mentía de forma flagrante para poner en relieve como funciona la intoxicación informativa. Si se toman ustedes el trabajo de leer la declaración independentista entera, un texto tan plagado de falsedades en cada línea que da vergüenza, pueden ocurrir tres cosas: A) Que se partan de risa como si les hubieran puesto en las manos un ejemplar de la extinta y tan añorada revista Hermano Lobo. B) Que se partan de risa como si estuvieran viendo Sopa de Ganso de los hermanos Marx otra vez. Y C) Que se echen a llorar como si estuvieran oyendo el Requiem de Mozart por obligación, quiero decir que como una tortura y no como un placer. En todo caso las tres experiencias son interesantes, eso sí.

En la insufrible, engolada y presuntuosa prosa de la declaración había un punto que me resultó muy interesante. Decía así: "Afirmamos que Catalunya tiene la voluntad inequívoca de integrarse lo más rápidamente posible a la comunidad internacional." ¡Im-pre-zio-nante! que diría el famoso sabio andalú Jezulín de Ubrique. O sea que según los firmantes Catalunya hasta ahora estaba fuera de la comunidad internacional. ¿En dónde? ¿En el espacio exterior o qué? Yo cuando he ido a Barcelona no he necesitado ningún teletransportador en plan Star Trek. Creía que Cataluña estaba ahí al lado. Desde luego no hay nada como ser ignorante para ser feliz.

Nadie sabe cómo acabará este asunto pero yo sí sé algo al respecto: es preciso retirar las competencias en educación a todas las autonomías ya, para evitar que sigamos fabricando idiotas. Y los libros de texto al menos los de historia, filosofía (si es que aun existen) y geografía, tienen que ser los mismos en toda España. Y aun diré que en toda Europa y en todo el mundo. Más que nada para que los chavalitos de doce años por poner un ejemplo no lean en un libro de geografía de segundo de la ESO del País Vasco (esto es verídico) que "Euskalerría limita al sur con la Península Ibérica". Sobre todo porque si lo hacen nunca aprenderán ni lo que es Euskalerría, ni lo que es limitar, ni lo que es el sur, ni lo que es una península.

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