Opinión

El ajedrez de Satán

Los señores de Arabia Saudí, esos amiguetes nuestros que veranean en la Costa del Sol con sus Rolls-Royce blancos e impolutos, acaban de prohibir el ajedrez por antireligioso. "Obra del diablo" lo han llamado. Según parece el ajedrez promueve la adicción al juego (al juego del ajedrez, se supone) e impide a los jugadores asistir a las plegarias diarias. Lo dice una fatua de uno de sus barbudos curas que, obviamente, no ha jugado al ajedrez en su vida.

Estos tipos son expertos en sentar cátedra sobre cosas acerca de las cuales no tienen ni la menor idea: sexo, juego, inteligencia, deporte, diversión. Cualquier tema les vale con tal de ser un ignorante sobre él. El caso es dictar doctrina acerca de algo. En una película reciente cuyo título ya he olvidado se veía como en un pueblo la dictadura del Isis prohibía jugar al fútbol bajo pena de muerte y los críos, claro está, seguían jugando... sin balón.

Podríamos jugar al ajedrez sin fichas. Muchos lo hacen. Los jugadores de ajedrez pueden jugar mentalmente, sin fichas y sin tablero, pues las fichas y el tablero están en su cabeza. Como hacen los pianistas por ejemplo, que pueden tocar el piano sin piano. Eso es lo que nos salva. Que el piano y el ajedrez están en nuestra cabeza. Y por mucho que cuatro imbéciles digan semejantes bobadas seguiremos jugando y tocando en nuestro corazón todos los días.

La cosa no es nueva. A lo largo de la historia el ajedrez estuvo prohibido muchas veces, sobre todo por las religiones monoteístas. Incluso recientemente estuvo prohibido en Irán unos cuantos años, los primeros de la dictadura de Jomeini. Alucinante. Sobre todo teniendo en cuenta que el origen del ajedrez es precisamente persa y/o árabe. Los mormones, esos tipos que se casan con media docena de mujeres, también prohiben jugar al ajedrez pues lo consideran un juego que perturba la mente y aleja al hombre de Dios. ¡Vaya! Si se enterara Dios les iba a dar una colleja, que para qué te cuento.

En realidad prohibir el ajedrez es lógico: hay que prohibir pensar. En eso consiste todo. El tipo al que se le ha ocurrido semejante idea es Abdelaziz Al Sheij, una de las máximas "autoridades religiosas" de Arabia Saudí. He puesto "autoridades religiosas" entre comillas para que se note la estupidez. Abdelaziz opina que el ajedrez es malo como el alcohol, sin darse cuenta de que el ajedrez no se bebe. Y basa su idea en un versículo del Corán que prohibe la idolatría, los juegos de azar y la adivinación. Otra vez yerra, pues el ajedrez no tiene nada de juego de azar ni de adivinación. Y con respecto a la idolatría tal vez a Abdelaziz le disgusta que la reina, una mujer, campe a sus anchas por el tablero mientras que el rey, el hombre, tiene que andar trabajosamente pasito a pasito. Escaque a escaque. O sea: mate en cuatro.

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