Opinión

Alcaldes con ideas

Fijas, claro. Ideas fijas. La alcaldesa de Moaña que es del BNG, una formación política famosa por su coherencia ideológica, este verano retiró la foto del rey Felipe VI y la bandera española de su despacho en la alcaldía. Yo vi el despacho entonces y lo que no entendí es por qué no había retirado el sofá, habiendo Ikea.

En un alarde de creatividad rayano en el delirio nacionalista, la foto del rey la sustituyó por una de Castelao. No creo que a Castelao le guste estar ahí, pero vale, ya no puede protestar. Los muertos son como aquellos ex-amantes difuntos de Sarita Montiel, que ya no podían levantarse de la tumba para desmentir que se habían acostado con ella.

La bandera española no la sustituyó por ninguna otra y dejó la gallega allí solita, sin nadie con quien charlar en los tantos ratos libres que hay en el despacho de una alcaldía y que se hacen eternos.

La alcaldesa, que se llama Letizia como la reina de España, demostró con ese acto valiente que está preparada para lo que venga, sea una invasión francesa "mon Dieu!" o una invasión española. A mí lo que hizo esa doña Letizia me recordó a otros alcaldes (hemos visto algunos hace años, los ha habido) que en cuanto llegaban a su despacho se apresuraban a colgar en él una foto de Franco. Yo a eso lo llamo nostalgia.

En los noventa fui director creativo de la desaparecida Galerías Preciados, entonces propiedad de una multinacional inglesa, la Mountleigh. Cuando la Mountleigh quebró, puso en venta sus propiedades por todo el mundo y entre ellas se incluía Galerías. La compraron un grupo de ex-ejecutivos de Rumasa y lo primero que hicieron aquellos señores fue ponernos retratos de Pepín Fernández en todos los despachos. Pepín Fernández, el fundador de Galerías Preciados, había fallecido hacía edades estelares pero a los nuevos propietarios no les importó. Eso es nostalgia. Como muchos directivos más de aquella empresa, también yo me largué inmediatamente.

Si llegara a alcalde un día, Dios no lo quiera, yo haría algo como lo que hizo doña Letizia la moañesa, o como lo que hicieron aquellos ejecutivos madrileños de Rumasa que seguían soñando absurdamente con el pasado, como sueña uno con su infancia. También me desharía de la foto de Felipe VI y a cambio llenaría las paredes del despacho con fotos de Astérix, el Capitán Trueno, Supermán, los Cuatro Fantásticos, Estela Plateada, el almirante Kirk, la princesa Leia, Julio Cortázar, Snoopy, Jorge Luis Borges, el Jabato, Tom y Jerry, Heidi, Frodo Bolsón, el Correcaminos (bip, bip), Alejandro Dumas, Mafalda, Ingrid Bergman, Marilyn Monroe, Velázquez, Goya, el oso Yogui, Marcial, Heródoto, Tip y Coll, Oliver Sacks, Nino Bravo, Truman Capote, el Marsupilami, Guido Reni, el Teniente Blueberry, James Stewart, Caravaggio, Tintín, MacGyver, Joan Crawford... No sé, la verdad. Lo que sé es que eso es nostalgia. Y también sé esto: las visitas oficiales iban a alucinar por los codos.

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