Opinión

Apellidos, ¡menuda tontería!

No sé si se han fijado ustedes pero los apellidos de toda la pandilla catalana más o menos independentista o más o menos relacionada o ligada al asunto independentista, bien sea de un lado o de otro que eso aquí da igual, son de nota. 

Todos esos señores y señoras podrían haberse apellidado López o Martínez, pero no. ¡Ah, no! Se apellidan Rufián, Colau, Trapero, Negre, Arrimadas, Junqueras, Forcadell... ¡Alucinante! ¿Es una coincidencia o es una trama? ¿Es producto del azar? No puede ser. Rufián, Trapero, Forcadell tiene que significar algo: Dios no juega a los dados como ya nos dijo Albert Einstein una vez.

Puesto que yo me apellido González estoy libre de culpa. Como gallego con apellidos castellanos además estoy aun más libre de culpa, si cabe. Pero no me digan que no resulta sorprendente esa curiosa colección de apellidos tan especiales.

Yo siempre quise tener un apellido más original. González me parecía aburrido. Pero cuando viví en Nueva York me llamaban Gonzales, acabado en ese, como aquel ratoncito de los dibujos animados Speedy Gonzales. Entonces me di cuenta de que los nombres o apellidos son una bobada y solo son originales depende de dónde estés. A mí me gustaría haberme apellidado Koplowitz, un apellido judío, pero no ha podido ser, mis padres eran González, López, Álvarez... y así hasta el infinito. Ni de broma aparecía una uve doble por ahí.

Yo tuve un jefe maravilloso hace años en Madrid que se llamaba Terry. Era un cielo como persona aparte de un director de marketing increíble. Un día se sentó en mi despacho por la mañana y me contó que la noche anterior en la casa de un conocido aristócrata había cenado al lado de una tal Alicia no sé qué, una rubia muy guapa. Y me preguntó quién era. Como yo me olía el asunto le dije inmediatamente:

 – ¿Alicia Koplowitz?

 – Sí. Eso. Una chica muy simpática.

 – ¿Simpática? ¿Sabes con quién has cenado, Terry?

 – No.

 – Con una de las mujeres más ricas del mundo.

 – No fastidies.

 – Sí. Fastidio.

Terry se echó a reír dentro de su traje de Hermés de cuadros príncipe de Gales. Un traje que seguramente costaba miles de dólares.

Yo hubiera hubiera querido apellidarme Koplowitz, pero eso no pudo ser. No soy judío. Supongo que soy hijo de antiguos esclavos castellanos con apellidos que también acaban en zeta pero no son lo mismo. No tienen uves dobles ni kas por el medio. Y tampoco tengo las llaves de ninguna casa medieval en Ribadavia o en Gerona. Judíos. Woody Allen que es uno de ellos los ha retratado muy bien.

Como dije, cuando viví en Nueva York y fui allí precisamente por Terry que me mandó a trabajar a su ciudad porque así lo quiso él (Terry es neoyorquino), Gonzales era super original. Me encantaba oirlo. Me encantaba esa mala pronunciación de la última letra, como aquel ratoncito de los dibus de cuando era niño. Apellidos... ¡menuda tontería!

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