Opinión

El autobús

Si los integrantes de la organización "HazteOír" aun no se ha dado cuenta de que los sordos son ellos, es que no se les van a arreglar las cosas (y me refiero a las cosas de la cabeza, no las del pabellón auditivo) ni con audífonos de última generación, ni con ningún tratamiento quirúrgico conocido.

La consecuencia buena de este asunto y ya la estamos viendo es que el autobús de "HazteOír" ahora reconvertido en autocaravana, en contra de lo que esperaban sus creadores para lo que ha servido es para dar más visibilidad a los menores transexuales, y ha revelado que la sociedad española no está por la labor de victimizar a quienes lo único que quieren es ser lo que son: niños y niñas.

A los señores, señoras y el resto de lo que sean de "HazteOír" que seguro que cantan en privado Montañas Nevadas, el Cara al Sol y otros hitos musicales de nuestra historia y sueñan con resucitar a flechas y pelayos, el tiro les ha salido por la culata. Un tiro por la culata como sabe cualquiera hace mucho ruido pero claro, como ellos no oyen, pues nada.

Aunque los datos sobre este tema son difíciles de cuantificar por razones obvias ya que estadísticamente no está muy investigado todavía, la mayor parte de los estudios serios que hay al respecto coinciden más o menos en que en España probablemente uno de cada mil menores es transexual. Pero aunque solo fuera uno de cada diez mil, la campaña de "HazteOír" lo único que revela acerca de quienes la pergeñaron es una absoluta falta de empatía con críos y crías que por lo general a lo largo de su infancia, adolescencia y juventud requieren ayuda psicológica, tratamiento hormonal, después cirugía y por supuesto, todo el apoyo y cariño del mundo y que desaparezca el rechazo social que tienen que sufrir.

A los lectores escépticos si es que hay alguno por ahí, no creo, les recomiendo dos cosas rápidas. Una, el libro más hermoso que se haya escrito jamás sobre una ciudad y no porque lo diga yo, lo dice mucha gente: "Venecia" de Jan Morris, una escritora inglesa. Jan Morris de joven fue chico, estuvo con Hillary en el Everest y fue oficial de inteligencia del ejército británico en varios países. Después se casó y tuvo cinco hijos. Vivió en Venecia y escribió esa joya que he citado, "Venecia". A los 46 años se cambió de sexo y una vez que fue mujer volvió a casarse con su propia esposa, con la que todavía vive. O sea, lean "Venecia" y lo entenderán todo; no tiene nada que ver con la transexualidad. 

Lo segundo que les recomendaré es una preciosa película francesa de 2011, "Tomboy". Trata sobre una niña... ¿o era un niño? No sé.

Como tituló sarcásticamente El Mundo Today el otro día: "El autobús de HazteOír tiene dudas sobre si es autobús o autocar, porque se siente las dos cosas."

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