Opinión

Benditos perritos

El otro día saqué a pasear a mi perro, Atticus, a eso de las doce y media (su segundo paseo diario) y bajando por mi calle me encontré con unos cuarenta o cincuenta perros y sus propietarios montando una juerga impresionante de saltos, colas histéricas y ladridos en plena acera. Como Atticus es muy sociable se puso a jugar con varios a la vez. Entonces me di cuenta de que estaba delante de la iglesia de los Capuchinos de mi barrio. Entablé conversación con una señora, ya que Atticus ya lo había hecho previamente con el perro de ella.

 –¿Qué pasa? -pregunté-, ¿es San Antón hoy?

 –Claro -me contestó.

 –¡Vaya! Como soy tan ateo y descreído nunca me entero de estas cosas.

 La señora se echó a reir.

 –Pues pasa y que te lo bendigan -me dijo, como invitándome.

 Entonces me eché a reir yo. Miré a la señora, después a Atticus y pensé: "bueno, vale, vamos allá". Así que subí las escaleras de la iglesia (no suelo entrar en las iglesias salvo que sea para admirar alguna obra de arte) y me reuní con unas cuantas docenas de mascotas y sus propietarios que asistían al breve discurso de un cura bastante simpático. 

 Conozco a ese cura, es un hombre grandullón y bienhumorado que antes tenía un pastor alemán y solía pasearlo por el barrio. Después otras personas me dijeron que su perro había muerto hacía poco. El discurso, inteligentemente brevísimo (supongo que perros y gatos no aguantarían un discurso tipo Fidel Castro), consistió en citar rápidamente a algunos animales bíblicos bonitos y entrañables como la ballena de Jonás, ovejas y corderos, cuervos, palomas, etc. Acto seguido el cura bendijo a los animales uno por uno Atticus incluido, con el hisopo. 

 Para ilustrar que es un cura bienhumorado diré que una señora a mi lado en lugar de traer a su mascota con ella, un perrito enfermo parece ser, traía una foto en el iPhone que el párroco bendijo igual salpicando aquella pantalla diseñada por Steve Jobs con la misma seriedad que lo hizo con las mascotas reales. Eso sí, le riñó a la señora en plan bromista: "Estas bendiciones virtuales... no sé yo ¿eh?". Yo pensé en Puigdemont.

 A la salida coincidí con un amigo, César, que tiene un perrazo impresionante amigo de Atticus, un bulldog inglés gigantesco que se llama Aslan, como el león de Las Crónicas de Narnia. Solo la cabeza de Aslan debe pesar diez veces más que mi cachorro. Le comenté que había entrado a bendecir a Atticus solo por casualidad y César, muy gallego, dijo: "Bueno, mal no le puede hacer".

 Pues mal no le hizo. Es verdad. Pero yo sospecho que el agua del hisopo contenía algo, quizá elevadas dosis de metaanfetamina u otra sustancia similar, porque desde la bendición aquella mañana Atticus no dejó de comportarse todo el día como una lagartija, corriendo de un lado para otro y ladrándole a todo el mundo.

 ¡Benditos perritos!

Te puede interesar