Opinión

Uno de cada nueve

Uno de cada nueve alcaldes gallegos está imputado en algún caso de corrupción". Esta noticia es de la semana pasada. Supongo que el redactor que la escribió era perfectamente consciente de que la lectura que hacemos los ciudadanos de a pie de dicha noticia es: "Ocho todavía no han sido lo suficientemente investigados". Así, con esas andamos.

Por supuesto hay y ha habido siempre alcaldes buenos, justos, eficaces, claro que sí. Como Carlos III por ejemplo, bien llamado el mejor alcalde de Madrid, o Enrique Tierno Galván. Yo tuve la suerte de conocer a Tierno Galván (no en persona, preciso), ya que viví en Madrid como estudiante en los años ochenta y entonces me enamoré, como tantos, de aquellos preciosos bandos municipales del viejo profesor. Estábamos en plena movida madrileña. Tierno fue aquel tipo circunspecto y divertido a la vez, que contra todo pronóstico e incluso la burla de sus adversarios políticos llenó el Manzanares de patos y los jardines de Madrid de flores. Aquel tipo que era capaz de concitar el aprecio y la admiración de los que teníamos veinte años y de los que tenían ochenta. 

Los bandos se editaron después en un libro prologado por Fernando Lázaro Carreter, el señor que nos enseñó a leer a todos los de mi generación. Tal vez debería reeditarse y ser de lectura obligatoria en las escuelas hoy. Al menos para que los chavales sepan que existen alcaldes decentes que además hablan y escriben bien. Quizá los alcaldes decentes, se supone que los hay, deberían promover esto: una reedición de los bandos de don Enrique. 

En uno de 1985 a propósito de las fiestas de Madrid decía así:

"Confía este Regidor especialmente en la juventud de esta Villa que es tranquila y tolerante, pues acepta la opinión y el ejercicio cívico de los demás sin querer imponer su propia voluntad o criterio, sin más motivos que la voluntad irracional. Este Regidor ama a la juventud y sabe que es buena, limpia, con la conciencia transparente, por no haber en ella ni envidia ni maldad y confía en que se comporte durante las fiestas sin salacidad ni grosería, sin irreverencias, sin deslenguarse en la conversación, prestando cuidadosa atención a los adultos y atención, respeto máximo y ayuda a los que han llegado a la vejez. La juventud es cuerda y en esta cordura pone su confianza el Regidor de esta Villa. Y si los jóvenes han de hacer bromas como su propia edad pide, háganlas con donosura y gala, pero sin daño, y si de retozar se trata, retocen, porque es propio de la juventud el glorioso retozar, pero háganlo sin daño para los bienes públicos, respetando los lugares en los que haya flores y céspedes que hermosean la ciudad, y todo aquello cuanto al bien común atañe."

Esos alcaldes, uno de cada nueve ¿sabrán algo de esto? Creo que no. Y los otros ocho ni les cuento. Algunos seguramente... ni sabrán leer.

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