Opinión

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Ok. He puesto esta advertencia preliminar porque una vez más vuelvo a tocar el típico tema por el que después me acribillarán en Facebook. Vale, va. A fin de cuentas ya me voy acostumbrando. Uno se acostumbra a todo.

Según parece el ayuntamiento de Barcelona está elaborando un plan de choque contra la islamofobia (?) que entrará en vigor en diciembre. Supongo que han elegido esa fecha porque justo ahí cae Navidad. Lógico. En lugar de ver por la tele "¡Qué bello es vivir!" de Frank Capra, la próxima nochebuena vamos a ponernos todos morados de comida halal, mientras miramos hacia La Meca.

El plan, todo un alarde de buenismo cultural, está elaborado por tres sesudos antropólogos. ¡Dios de ellos! ¡Menos mal que a los veintiún años tuve la inteligencia de largarme de la Complutense y no acabé Antropología! Aunque pensándolo mejor quizá debí haber acabado. El informe en cuestión tiene 140 páginas y ya sabemos a cuánto se paga la maldita página en ese tipo de informes... acuérdense ustedes de Urdangarin.

Entre otras cosas el citado plan pretende fomentar la normalización de los centros de culto musulmanes, promoviendo la elaboración de menús halal y evitando la discriminación social de las chicas que llevan hijab. A la vez el detallado informe sugiere aumentar las ayudas económicas para las reformas de oratorios y mezquitas que, y cito textualmente: "continúan marcados por una precariedad y falta de medios que resta diginidad al culto."

Ignoro de donde han salido los tres antropólogos y me intriga mucho eso, la verdad. Desde luego que de mi facultad de Sociología en el Madrid de finales de los setenta no salieron. Allí todos éramos anti halal, dormitando en las clases a media mañana con la copita de anís "El Mono" encima del pupitre, tras habernos "jalado" eso sí, entre pecho y espalda un bocata de jamón en la cafetería. Además no solo éramos anti halal, sino también sin saberlo entonces anti hijab. De hecho en aquellas aulas de Sociología delante de mi se sentaba siempre una chica muy guapa de la que yo, y supongo que muchos más de mi clase, estaba secretamente enamorado. Una chica de La Liga, la extinta LCR (Liga Comunista Revolucionaria), cuyo nombre ya no recuerdo, pero que llegó a presentarse a las municipales de Madrid y hasta creo que fue concejala. Aquella chavala, aparte de inteligentísima y seductora, tenía una media melena rubia preciosa y, por supuesto, no llevaba hijab. No hubiéramos visto su pelo de haber sido así.

En el fondo a mi el plan contra la islamofobia del ayuntamiento barcelonés me parece perfecto. Una idea genial. Adelante. Para eso estamos aquí ustedes y yo, para aguantar las cookies ¡qué demonios!

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