Opinión

Depende

En vista de que vamos a votar otra vez me he dedicado inútilmente a ordenar mis ideas, si es que tengo alguna, sobre los candidatos a la presidencia de esta España mía, esta España nuestra. Ya saben, como cantaba Cecilia: "Mi querida España, ¿dónde están tus ojos?, ¿dónde están tus manos?, ¿dónde tu cabeza?"

Ni idea. Yo ni esforzándome encuentro ni mis manos, ni mi cabeza, así que mucho menos se las voy a encontrar a España. Menuda papeleta, nunca mejor dicho. A mí me dicen España y en lugar de pensar en una grande libre y esas bobadas solo pienso en la viuda de Umbral, María España, aquella fotógrafa que en los setenta se retiró a su casa y solo se dedicó a cuidar y fotografiar a su marido durante años. Entonces nosotros perdimos a una reportera fabulosa y Umbral se ganó a su amor, uno para siempre.

Reflexionando sobre las elecciones también me he acordado de Cassen en la inolvidable "Amanece que no es poco", diciéndole a Saza mientras pasean ambos por la plaza del pueblo: "¡Hombre! Es que el tema del libre albedrío es un tema muy bonito, y viene aquí que ni pintiparado." Pues eso, ni pintiparado.

Para mí el candidato más fascinante de todos y al que no pienso votar es Rajoy. Rajoy es un personaje de cuento, casi mágico. Para eso es de Pontevedra. Rajoy es ubicuo, como Dios, aparece y desaparece a voluntad y tiene el don de hacerse pasar por sí mismo, algo muy, muy difícil. Además es capaz de decir sí y no a la vez. Si no fuera por la barba yo diría que Rajoy es, malamente camuflado, el bandido "Fendetestas" de Wenceslao Fernández Flórez, asaltando en medio del bosque a unas inocentes turistas madrileñas y gritando con voz tonante: ¡Me caso en Soria! Las turistas, por supuesto, serían los otros candidatos.

Revisando antiguos textos míos para presentarlos a un concurso que no voy a ganar, encontré un microcuento curioso y pensé ¡cielos! lo escribí hace años y sin saberlo ya hablaba (en clave) de Rajoy, de los demás aspirantes, de estas elecciones y de esta España nuestra. El cuento se titula "Depende". Dice así:
"Es posible que el reino de Depende no exista. Ni siquiera los pocos viajeros que lo han visitado en alguna ocasión están seguros de haber estado allí.     

La capital de Depende es Quizás, una hermosa ciudad amurallada o no. El actual rey de Depende es Talvez II, un monarca dubitativo y falto de carácter que, manejado por sus codiciosos ministros, en los últimos años ha llevado el país a la bancarrota.
Lo peor de Depende son los trenes: llegan a distinta hora según a quién se le pregunte."
Fin.

Yo no le preguntaría a Rajoy, ni loco, la hora de llegada de un tren. Pero sospecho que Rivera, Iglesias o Sánchez tampoco me darían una respuesta aceptable y a estas horas aun seguiría en la estación... esperando, esperando, esperando. Depende.

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