Opinión

Dueling banjos

Los de La Manada ahora, según sus abogados, son buenos hijos. ¡Vaya, esto es nuevo! Ni en las mejores películas americanas de juicios habíamos visto nada así. ¿Buenos hijos para qué? ¿Para hacer una pizza precocinada en casa a las nueve de la noche? ¿Para felicitar a la abuela en fin de año? ¿Para decirle buenos días a los vecinos en el ascensor? ¿Para darles besitos a los sobrinos en sus cumples y acompañarlos soplando las velas de la tarta haciéndose unos selfies? ¿Buenos hijos para qué?

El domingo escribí un artículo aquí que se titulaba "Artículo virulento". Le puse ese título por el lenguaje un poco bruto y soez que empleé. Pues este también lo es, virulento, y también tiene ese lenguaje. Seguramente el único lenguaje que entienden los de La Manada.

Internet está lleno de porno. De hecho la palabra "sex" es la más tecleada en los buscadores en todo el mundo. Si los energúmenos de La Manada querían una orgía así no tenían más que irse a internet, buscar una peli adecuada y hacerse una paja en grupo mientras la veían. Era fácil y no hubieran hecho daño a nadie. En todo caso el daño lo habrían hecho previamente los productores de la película. Es un negocio, el porno, que aunque algunos de sus productos nos gusten, por lo general se basan en la explotación de las personas. Eso es un hecho.

Pero los de La Manada querían una experiencia en vivo. Para eso fueron a los Sanfermines. Creían que los toros eran ellos. Los que follan poco siempre sueñan con follar. Ese es otro hecho. Me da la impresión de que no han echado un polvo en su vida. Un polvo es un polvo es un polvo, que podríamos decir casi parafraseando a Gertrude Stein: "Una rosa es una rosa es una rosa". Pero estos no saben ni de polvos ni de rosas.

Ellos son buenos hijos. Vale. ¿Y la chica qué es?, ¿una mala hija? Haciendo honor a su nombre los miembros de ese Grupo Salvaje (fabulosa película de Sam Peckinpah) se comportaron todo el tiempo como el nombre de su grupo de whatsapp: La Manada. Y no como una manada de lobos de Félix Rodríguez de la Fuente, que eran unos cielitos adorables aquellos lobos, sino como una de orcos salidos de una pesadilla de Tolkien filmada por Peter Jackson. Por cierto, a propósito de películas hay una que cuenta aun mejor qué es una manada: "Deliverance" de John Boorman.

Pero acabemos con algo bonito por variar. Vayan ustedes a internet también, y busquen aquella preciosa escena de "Deliverance" en la que Ronnie Cox saca su guitarra del coche y empieza a tocar "Dueling banjos" mientras un chaval con síndrome de Down, un increíble virtuoso del banjo, lo acompaña espontáneamente. Y no solo lo acompaña sino que lo supera. Vuelvan a oirlo: "Dueling banjos". Y olvídense ya de, como los calificó alguien con precisión, los "bicharracos" de La Manada.

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