Opinión

El ectoplasma cateto

La Navidad de 2015 nos va a dar entretenimiento de sobra hasta junio de 2016. Y a mí unos cuantos artículos graciosillos. Lo último fue la genial respuesta del ectoplasma (antes los llamábamos fantasmas), de la cabalgata de Reyes de Madrid a la pregunta ¿desde cuándo conoces a los Reyes? que le hizo un reportero. En un alarde de ingenio el fantasma blancuzco y peludo contestó rápidamente "desde que conozco a mis padres". Hay gente, incluso fantasmas, que tienen ese don, el de la inoportunidad. Gente que siempre llega cuando molesta y se va cuando hace falta.

El asunto ha dado pie a los anti Manuela Carmena para ponerla, otra vez, a caer de un burro. O quizá debiera decir de un camello, ya que ha habido varias caídas de camello este año por aquí. Claro que cebarse en la alcaldesa de Madrid por algo que dice un cateto de una subcontrata, de una subcontrata, de una subcontrata que organiza un desfile, es como responsabilizar a mi vecino del cuarto por algo que dijo un tipo ayer en una calle de Tokyo. Yo eso no lo entiendo. Mucho menos si el cateto es un ectoplasma, una supuesta materia viva cuya existencia no está confirmada. La tercera subcontrata debería plantearse si pagarle lo acordado a ese tipo, ya que es probable que no exista.

La cosa no pasaría de una anécdota menor si no fuera porque sirve a los que no tienen nada que decir para decir algo. Yo siempre he querido conocer a un ectoplasma, también llamados por los expertos "sustancias X". Por eso le tengo tanta simpatía a Iker Jiménez. Porque le pasa lo mismo que a mí, que los dos nos morimos por ver lo que no existe. Y entonces, si el ectoplasma no existe ¿a quién le importa lo que diga?

Algo muy valorado por los fans de los ectoplasmas es la capacidad que tienen dichos seres maravillosos para entrar o salir de una habitación sin emplear la puerta, simplemente atravesando las paredes. Lo que me recuerda aquel cuento del joven indio que siendo instruido por su maestro al borde de un río, un día lo abandonó y se fue a recorrer el mundo porque las enseñanzas del maestro le parecían pequeñas y vacías. Veinte años después volvió y le dijo a su maestro, ya anciano:

– Mira, maestro, ¡puedo andar sobre las aguas!
Y cruzó el río caminando por la superficie. Cuando estuvo de vuelta en la orilla el maestro le dijo:

– Te hubieras ahorrado veinte años con una barca.
Aunque parezca que el cuento indio no tiene que ver con lo anterior yo creo que sí. Al ectoplasma cateto de Madrid le parece más lógico atravesar la pared que usar la puerta, lo que encaja bien con la filosofía y el estilo de ¿vida? de los ectoplasmas. Pero al contrario que él yo no creo que los reyes sean los padres. Yo creo que los padres son los reyes.

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