Opinión

El piercing

Vale. Pongámonos las pilas y empleemos el sentido común, please. El fotomontaje del chaval que se autorretrató como Jesucristo, dejando aparte el piercing de la nariz, es de lo más respetuoso con la imagen tradicional, real (que no existe) y artística (esta sí que existe) de Jesús. ¿O de dónde creen los indignados que han salido las caras de Jesucristo de Juan de Juni, Berruguete, Alonso Cano, o por pasarnos a la pintura Velázquez o Murillo? ¿No han ido nunca al Prado o al Museo Nacional de Escultura de Valladolid? ¿O es que en las procesiones de Semana Santa solo miran al suelo y no miran las esculturas? No lo entiendo. ¿Es necesario decir que lo que hacían esos escultores citados arriba por algo lo llamamos imaginería? 

Son un producto creativo hecho con códigos literarios religiosos y culturales, entremezclados con la cara del vecino o la de un primo del artista al que el artista le pidió que posara para la obra. Excuso mencionar los Jesús de Caravaggio, para los que seguramente posaron unos tipos tan delincuentes y asesinos como el propio Caravaggio. ¿O es que alguien sabe cómo era la cara de Jesús? No.

Yo creo que lo que ha molestado es el piercing. Porque si han visto ustedes la foto, estarán conmigo en que es indistinguible de cualquier representación clásica de un Cristo. Seguro de que si la viera Juan de Juni diría:

– ¡Vaya! Está bien. Pero ¿qué es eso que lleva en la nariz?

– Un pendiente, Juan.

– ¡Ah! Muy original.

Que Cristo en una representación artística lleve un piercing resulta intrascendente ya que Cristo siempre lleva una dolorosa corona de espinas en la cabeza. La cofradía que denunció al chaval y el juez que le puso la multa deberían hacérselo ver porque es a ellos a quienes la cabeza no les va bien, y eso que nadie les ha puesto nunca una corona de espinas alrededor del cráneo.

Si algún aspecto gráfico secundario como ese piercing en una representación de Cristo resulta ofensiva para ciertos creyentes, yo puedo hacerles una lista de cristos "raritos" desde el románico hasta el siglo que viene, y no soy un experto en Historia del Arte.

Una vez mi ex-cuñada Victoria me regaló un libro precioso: el "Bestiario de Cristo", de L. Charbonneau-Lassay. Mil páginas que explican las representaciones de Cristo en la cultura antigua y medieval. Una delicia. Cristo fue un buey, una vaca, un toro, un buho... Pero no solo eso, también fue una comadreja, un topo, un pavo real, una serpiente y un caballo marino. ¡Vaya!  

Algunos siguen sin entender que Jesús o la Virgen María hace tiempo que no son propiedad suya sino de toda la humanidad, y esa es precisamente su grandeza. Y si yo o cualquiera decidimos crear una imagen de Jesús con el pelo al cero o con rastas lo único que tienen que hacer es no mirarla y mirar solo las que les gustan. ¿Cuál es el problema?

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