Opinión

El Rufián

Llamar a alguien con un artículo determinado "el" delante de su nombre, su apellido, o su apodo, es una costumbre coloquial del gallego en ese caso con "o" por supuesto, y del gallego castellanohablante lógicamente con "el". Así por aquí decimos "O Martín", "O López", u "O Pequeno" sin ningún ánimo ofensivo, e igualmente los gallegos castellanohablantes hacemos lo mismo: "El Martín", El López ", o "El Pequeño".

Gabriel Rufián, ese muchacho especializado en decir y hacer al menos una tontería al día (la mayor parte de los días del año hace más de una), se hizo hace poco otra foto graciosa de las suyas para subirla a las redes sociales, se supone que como una broma para burlarse de Rajoy porque el presidente felicitó el año 2016 en lugar del 2018 al público en la inauguración de la ampliación de carriles del Puente de Rande de Vigo. En la foto en cuestión el político catalán aparece muy sonriente con un cartel entre las manos que dice "Feliz 1936".

 Lo de Rajoy fue un desliz verbal, es obvio, pero la "boutade" de Gabriel Rufián no es un desliz sino una acción malintencionada, hostil y muy desagradable, e incluso puede que dolorosa para tantos españoles que ellos mismos, sus padres o sus abuelos sufrieron la guerra, el franquismo, el exilio o la represión de la dictadura.

 La acción de Gabriel Rufián, esta y casi todas las suyas, a mí me recuerdan cada vez más a un niño pequeño que grita "¡mierda!" constantemente, sin tener ni idea de lo que significa esa palabra. Lo suyo, lo de Gabriel Rufián, también es la escatología. Y no se confundan ustedes, el uso de frases y expresiones soeces relacionadas con los excrementos es la segunda acepción de esa palabra según la RAE; la primera es: Conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida de ultratumba. 

 Entre muertos enterrados en cal viva, unas esposas de acero, frases como dígale a la gente que coma balas o hasta luego gángster, nos veremos en el infierno y, en este último caso la fecha de un levantamiento criminal contra la sociedad civil y contra un gobierno legítimo está claro que a este hombre, a pesar de su sonrisita graciosa solo le interesan los muertos. 

 Según parece el portavoz de ERC e incluso su familia han recibido amenazas de muerte por parte de algún descerebrado, algo que me parece lamentable y debe perseguirse al responsable con todo rigor, pero al mismo tiempo el señor Gabriel Rufián no parece darse cuenta de que ese descerebrado al igual que él se toma la fecha 1936 como si fuera la de una fiesta de cumpleaños. Sopla las velas, mi niño.

 Yo creo que es hora de que a Gabriel Rufián los medios de comunicación y todos nosotros empecemos a llamarlo "El Rufián". A fin de cuentas y como ya expliqué más arriba, eso no encierra ningún ánimo ofensivo. Seguro que él lo entiende. Tonto no es.

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