Opinión

Elefantes rosas vs lazos amarillos

Ya dije en un artículo anterior que titulé "El último artículo sobre el procés" que aquel no iba a ser el último, así que no me disculparé por este.

Pero se me ha ocurrido una idea. Llenemos las calles de elefantes rosas hinchables. Tengo un amigo que los fabrica en todos los tamaños, los tiene incluso de varios metros de altura y son graciosos. Podrían darle a mi amigo una subvención, digo yo. Unos cuantos elefantes rosas de cinco o seis metros de altura quedarían bárbaros en la plaza mayor; y cuando digo la plaza mayor me refiero a las plazas mayores de todas las ciudades y pueblos de España. El caso es estorbar y llenar el espacio público de porquería. Como si no tuviéramos bastante ya con tanta marquesina publicitaria, señales de todo tipo y mobiliario urbano absurdo e inútil que inunda las aceras.

Los lazos amarillos han pasado de ser una supuesta reivindicación política si es que lo fueron alguna vez, cosa que dudo, a ser un estorbo y convertirse en pura basura que hay que recoger por la mañana como la que queda en un parque tras un botellón nocturno de chavales. Quizá los lazos amarillos eran solo basura desde el primer día. Vaya usted a saber.

Los elefantes rosas que propongo yo en cambio son simpáticos y decorativos como los "dinosetos" de Vigo. Los turistas se harían selfies delante de ellos y sí, es verdad que molestarían y ocuparían espacio, pero generarían un beneficio turístico importante. Y un beneficio aún más importante para mi amigo que los fabrica. Además me ha prometido una comisión, así que ya veremos lo que pasa.

Vale. Centrémonos en el tema. Olvidemos ya digo el aspecto ideológico, porque ya se ve que a estas alturas no lo tiene. ¿A quién benefician los lazos amarillos al final? Pues a las empresas de recogida de basuras que seguramente cobrarán un plus por hacer un trabajo extra. Como si no tuvieran suficiente con los contenedores verdes, amarillos y azules, que dentro de poco habrá más modelos y no nos llegarán los colores del arco iris para distinguirlos.

Cuando era diseñador gráfico tuve algunos clientes empeñados en hacer un catálogo de sus productos organizado por colores. Muchos colores. Muchísimos. Tenía que explicarles que eso no funciona. Los humanos a efectos prácticos cerebrales, podemos emplear unos pocos colores como sistema de organización visual en un catálogo de productos, cuatro, cinco, seis sí, pero no diez ni veinte. No es eficiente. 

Un sistema de colores de lo más perfecto comunicativamente es el de los semáforos, solo tiene tres. Otro es de las señales de tráfico, solo tiene tres también. Si añades más colores la gente se despista. El de los semáforos es ejemplar e incluso como una cortesía para los daltónicos de todo el mundo el rojo siempre va arriba y el verde abajo.

Mejor que lazos amarillos, elefantes rosas. ¡Dónde va a parar! No me digan.

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