Opinión

Escupitajos de realidad

Los parlamentarios empiezan a escupirse en el Congreso unos a otros. Por fin. Ya era hora. En realidad llevaban haciéndolo muchos años, solo que no nos habíamos dado cuenta. Aparte de que en lugar de escupirse entre ellos lo cierto es que nos escupían a los ciudadanos por encima del hombro, por eso nunca entendimos del todo lo que estaban haciendo. Creíamos que dialogaban, pero no.

El supuesto escupitajo ha dado lugar a todo un análisis de lo más sesudo sobre dicho tema en los medios de comunicación, telediarios y redes sociales. ¿Fue un escupitajo de verdad? ¿Con lapo o sin lapo? ¿Fue un bufido producto del hartazgo y el mal humor? ¿O fue solo un estornudo involuntario e inapropiado en aquel momento? ¿Realmente el supuesto escupitajo iba dirigido al ministro Borrell? ¿Sintió Borrell que le escupían y en realidad no le escupían? Misterio. Yo he visto la maldita grabación docenas de veces como seguramente han hecho todos ustedes incluso contra su voluntad, y sigo sin saber qué fue.

Me perdonarán el mal lenguaje del párrafo siguiente pero voy a explicar cómo hablan y piensan nuestros parlamentarios. Como lo han hecho siempre. Y para hacerlo me voy a inventar algo: lo que suele contestar más o menos un parlamentario español cuando le preguntan por su mala relación con otro parlamentario de la oposición. En realidad me voy a inventar lo que dice y lo que no dice. Va.

"No, no. En absoluto. Ninguna mala relación. Nos llevamos estupendamente. Entre parlamentarios tenemos una relación afable y afectuosa. Una cosa es la discusión parlamentaria que es intensa y dura, y otra es cómo nos llevamos. Yo me llevo estupendamente con el hijo de puta ese del partido tal y nos saludamos en los pasillos tranquilamente. Incluso tomamos juntos un café en el bar de vez en cuando. Sí, es un cabrón impresentable pero nos llevamos bien, ojalá se muera el puto cerdo de una vez. Pero vamos, que tenemos una relación amistosa. No hay que confundir las cosas. ¿El rifirrafe del otro día? Nada, nada. Eso forma parte del debate parlamentario. Tonterías. Son cosas que pasan. Es así. Tenemos que discutir incluso con desgraciados como ese gilipollas. Para eso estamos ahí. No tiene tanta importancia. Es lo normal. A mi me gustaría descerrajarle un tiro entre ceja y ceja pero vamos que no, que nos llevamos bien. Claro que sí. Que lo jodan al tipo ese. Las cosas se ven de forma distinta desde fuera. En el Parlamento en realidad hay un ambiente muy sano y amistoso."

En fin. A este texto inventado le faltaría una última frase que diría más o menos esto: "Mientras sigamos cobrando todos el sueldazo y las dietas que nos pagan los españoles... aquí paz y después gloria."

Yo creo que nuestros parlamentarios tendrían que escupirse mucho más. Es una buena costumbre que deberían adquirir y convertir en habitual. Si lo hicieran al menos a nosotros nos resultaría más fácil entenderlos. ¡Puaj!

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