Opinión

Flor, primavera, mariposa

Hay una entrevista en la televisión argentina de hace un par de años en la que Ricardo Darín se explaya hablando de sus cosas, de su vida. En ella el entrevistador le pregunta por qué rechazó una oferta multimillonaria de Hollywood para hacer de narco mejicano en una película. Darín explica que a) no lo necesitaba; b) no le interesaba porque a ver porqué todos los narcotraficantes tienen que ser sudamericanos por narices; y c) llevaba meses haciendo teatro en Madrid, estaba cansado y al acabar la temporada solo quería volver a Buenos Aires y estar con su familia.

El entrevistador insiste porque lo de Hollywod era muy apetitoso económicamente. Incluso llegaron a ofrecerle a Darín que pusiera él la cifra, la que fuera, y le dijeron además que no aceptaban un no por respuesta (el director de la peli era Tony Scott). Ricardo Darín lo cuenta algo enfadado porque le molestó aquella prepotencia y contesta otra vez: "Soy demasiado privilegiado. Tengo un laburo que me gusta. Una familia increíble. La gente me da besos y abrazos por la calle. Soy todo lo feliz que se puede ser hoy en día. Me ducho dos veces al día con agua caliente y todos los días como una buena comida. Muchas personas no tienen eso. ¿A qué más? A mí me sobra."

Por si quedaba alguna duda, en otro momento de la entrevista Darín cuenta que él tiene un coche de alta gama, pero disfruta más cuando conduce el de su hijo, un coche normal. Y lo dice así: "A mí ese coche me da calor, me da calor, soy feliz cuando le manteo el auto a mi hijo".

Ricardo Darín aparte de ser uno de los actores con más talento del cine actual, da igual si hablamos de cine español, argentino, americano o de donde sea es, o lo parece al menos en sus entrevistas y por lo que dicen quienes lo conocen en persona, un encanto. Un tipo normal, currante y sin ninguna presunción. Algo de lo que no estamos muy sobrados por aquí. Un tipo aparentemente corriente cuyo trabajo, sin embargo, nos ilumina a todos como una luz que no se puede explicar. Una que viniera directamente del cielo, como ese sol que se filtra a veces entre las nubes en un abanico de rayos y dibuja sobre las montañas un paisaje pintado por Dios. Por cierto que los cronistas de pintura del siglo XVII llaman a ese efecto, cuando aparece en un cuadro, "Rompimiento de Gloria".

Pues Darín actuando es también así, un rompimiento de gloria, parece estar siempre en estado de gracia. Aunque la verdad es que oyéndolo hablar, al final resulta ser solo un porteño que en otro momento confiesa que es muy emotivo e incluso cursi, y lo aclara con esta frase: "A mí me dices flor, primavera, mariposa, y me echo a llorar."

Le han dado el "Goya", lógico; yo creo que también se merece el "Velázquez".

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