Opinión

Gerifaltes de antaño

Aunque la obra de Valle Inclán no tiene nada que ver con el tema del que voy a hablar, su título sí. Me he acordado de él al leer los sms que la inefable Rita Barberá se dedicó a enviar a sus correligionarios las pasadas semanas. Ella sí que es un gerifalte de antaño. Gerifalte ya sabemos por qué. De antaño seguramente por el cardado de pelo y los trajes chaqueta en plan Chanel talla XXL. Rita es como el cura Santa Cruz pero en valenciano, o sea vestido de fallera y mandando mensajes por sms todo el rato como quien tira cohetes en una loca mascletá.

La verdad es que ha habido muchas Ritas maravillosas en la historia, Rita Hayworth, Rita Moreno, Rita Pavone y un buen montón más. Hasta hay una santa italiana con ese nombre, Santa Rita de Cassia. Y de niños invocábamos a menudo a esa santa Rita diciendo cuando un amigo nos había dado algo y quería recuperarlo: "Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita". Algo que casa muy bien con esta alcaldesa de Valencia. Yo casi veo a la Barberá como una chiquilla sonriente en el patio del colegio, saltando a la comba con las trenzas de Pippi Calzaslargas al aire, los millones de euros en las manitas y llamando en su auxilio a la patrona de las causas imposibles. La oración todo lo puede.

Pero el caso es que esta Rita es distinta a todas esas. A esta no le interesa la interpretación aunque es una gran actriz; ni el canto aunque canta lo suyo y amenaza con cantar más; ni los milagros aunque hasta hace poco se comportara como si tuviera una comunicación directa con el Altísimo que los mortales de a pie no podemos entender. No. A esta Rita solo le interesan los bolsos de Gucci, la pasta (no dentífrica, claro) y el poder. El "poder omnímodo, omnímodo" como decía acertadamente con aquel precioso acento americano el personaje que interpretaba Gabino Diego en "Amanece que no es poco".

Y es que la realidad se parece cada día más al cine, a los dibujos animados, al comic o a las novelas gráficas. Rita es un personaje de novela gráfica, la arrojada, solitaria y nunca bien entendida protagonista de una serie "manga", pero en lugar de japonés, mediterráneo. Rita ahora no recuerda como se financiaba el PP valenciano, lo que resulta lógico teniendo en cuenta que vive en un comic "manga" y como ustedes sabrán los "manga" se leen desde el final hacia el principio, por lo que Rita a estas alturas difícilmente puede saber lo que ha ocurrido antes. Vale, es broma.

A Rita un día se le subió el "caloret" a la cabeza y desde entonces no hace sino representar la famosa escena de "Gilda", quitándose seductoramente el guante de la derecha y cantando "Échale la culpa a Mame". Lo malo es que ella carece del encanto de la Hayworth. Tchk.

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