Opinión

Hay que hacer los deberes

Últimamente está muy de moda en los medios el asunto de los deberes de los niños. Los deberes que se llevan los chavales para casa, arrastrando trabajosamente su mochilita como pequeños condenados o esclavos de Minas Gerais. He leído varios artículos que tratan el tema a fondo. Padres y educadores se quejan de que se les imponen demasiados deberes a los críos. Y que les ocupan mucho tiempo. Como yo no tengo niños puedo decir todas las tonterías que se me ocurran sobre esto sin que a nadie le parezca mal, así que ahí va. Adelante.

En un reportaje de un periódico nacional he leído recientemente que a los niños de primaria hacer los deberes en casa les lleva ¡hasta media hora! ¡Cielo santo! Qué locura. Media hora. Eso es casi media vida ¿no? ¿Cómo es posible? A los de mi generación nos llevaba como mínimo un par de horas. ¿Es que éramos más tontos, teníamos más tiempo libre o qué? Me inclino por lo segundo. Hoy entre tanto montar a caballo, piano, violín, kárate, natación, internet y manualidades (vaya usted a saber lo que son manualidades, mejor ni pensarlo) los chavales no tienen tiempo para nada. Para nada. Ni siquiera para las manualidades. Mucho menos para hacer los deberes que a fin de cuentas son algo residual. Nos ha fastidiado.

O sea ¿qué pasa aquí? Pues yo no lo sé. Tal vez es que a nuestros padres les daba igual tenernos a los niños enganchados al duro banco durante horas en la mesa de la cocina, como si fuéramos unos malditos enanos condenados a galeras. Entretanto mamá hacía la comida tranquilamente. Sin prisas. Tomándose su tiempo, ella sí. ¡Uau, qué bonitas nos salían aquellas redacciones sobre la vaca o la primavera que escribíamos con un lápiz roto envueltos en olor a caldo, cedro, tiza y huevos fritos!

No soy un experto en el tema. Ni soy educador ni nada parecido pero aquí todos miran a Finlandia, esa isla mentirosa que nos contó que habían metido en la cárcel a sus banqueros tras la crisis. No es verdad. Vayan a las hemerotecas para averiguar la verdadera historia. Los banqueros siguen campando a su aire alegremente en el frío invierno finlandés. O vayan a Corea del Sur si lo prefieren, que tiene unos resultados inmejorables en el informe PISA y es uno de los países con el mayor índice de suicidios infantiles del mundo. ¡Quítate el sombrero, chaval! Aquí sacan unas notas geniales todos los supervivientes, los coreanos somos así.

Yo creo que el sistema educativo español solo necesita más huevos fritos y con eso se arreglaría casi todo. Por lo menos los huevos fritos servirían para que nuestros niños aprendan aquello que decía Gómez de la Serna en una de sus irrepetibles y geniales greguerías: "Sentarse en un banco del parque y cerrar los ojos frente al sol para sentir que estamos hechos por dentro de yema de huevo frito."

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