Opinión

Incompatibilidades

Voy a analizar un asunto de la realidad política española si ustedes me lo permiten que no soy yo Fernando Onega, ni el CSIC, ni nada de eso. Vale, es broma. Yo admiro a Fernando Onega, ¡saludos, Maestro!

Aquí, no se sabe por qué, todo el mundo es incompatible. Ciudadanos y Podemos son incompatibles. Podemos y PP también. PSOE y PP ídem. PP e Izquierda Unida, incompatibles. Izquierda Unida y Ciudadanos, incompatibles. El Psoe hasta es incompatible consigo mismo. Los independentistas catalanes o vascos son incompatibles con todo el mundo (extranjeros incluidos). 

Ciudadanos podría entenderse con el PP, pero no. El PP con el Psoe, pero tampoco. Podemos pudo entenderse con Izquierda Unida, pero la cosa no fue bien. Los independentistas son un obstáculo para todos. Y para colmo los gallegos, que no decimos ni mú, somos incompatibles con todo el mundo. Será eso, que no abrimos la boca fácilmente ya que casi con seguridad somos unos herederos chiflados de Julio Camba. Y eso te hace incompatible con casi todo. 

El caso es que catalanes, vascos, andaluces y resto de peninsulares no acaban de darse cuenta de que que los más raros de todos somos nosotros, los del noroeste. Hasta el punto de que nadie nos cita en los telediarios ni en las tertulias, salvo Antón Losada de vez en cuando por La Cuatro o el hombre del tiempo cuando nos toca un ciclón. Es como si no existiéramos, gracias a Dios. ¡Qué bendición! Ojalá fuéramos así para siempre. Anónimos. Desaparecidos como almas en pena que peregrinan silenciosamente invisibles a San Andrés de Teixido.

La verdad es que yo prefiero seguir al margen. Prefiero seguir tocando a mi aire la gaita, la guitarra o los bongós en Santiago, en el arco que baja de la Inmaculada al Obradoiro, ese arco de piedra reverberante, de una sonoridad tan inexplicable que admira a los turistas más que cualquer túnel de metro del mundo. Con la boina en el suelo, eso sí, para que algún japonés me regale por mi música unos pocos yens que ese día iba sin euros. Todo son incompatibilidades.

¿Incompatibilidades? Nos toman el pelo. ¿Usted se ha sentido "incompatible" alguna vez en Vitoria, en Girona, en Valencia, en Madrid o en el valle del Jerte? Yo nunca. Es más, ¿usted se ha sentido incompatible alguna vez en París, en Roma, en Londres o en Nueva York? Si es así escríbame y explíquemelo. Me gustaría saber qué es eso. Los españoles somos todos compatibles pese a nuestras diferencias y si no, vengan ustedes a mi edificio, ya verán lo compatibles que somos. Una reunión de vecinos de mi comunidad es mejor que un capítulo de "Aquí no hay quien viva".

Cuando oigo hablar a nuestros incompatibles políticos tan engreídos y pagados de sí mismos, recuerdo siempre aquella famosa frase de Marx, Groucho claro: "Desde el momento en que cogí su libro me caí al suelo rodando de la risa. Espero tener tiempo para leerlo algún día."

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