Opinión

José Ignacio

La semana pasada en esta columna sin querer mezclé Islandia con Finlandia. Algo que me recriminaron amablemente algunos buenos lectores y amigos. Perdón. Es lo malo de escribir a vuelapluma. Que uno mete la pata. Hoy voy a seguir con el tema educativo pero me centraré en algo más cercano para no cometer el mismo error, en José Ignacio.
José Ignacio es ministro de Cultura, Educación y Deporte. Tres cosas que no entiendo por qué se juntan siendo tan distintas. El caso es que José Ignacio es un chico normal. Pasó por Izquierda Democrática, por UCD y por el PP hasta acabar convertido en ministro de eso. Como ya resulta habitual y nos vamos acostumbrando, el ministro de Cultura es uno de los tipos más ignorantes de España. Es lógico. Aquí se nombra ministro al más incompetente de cada ramo. ¿Que tenemos un tipo que no tiene ni idea de sanidad? Pues ministro de Sanidad. ¿Que tenemos uno que no ha hecho una flexión en su vida? Pues ministro de Deportes. ¿Que tenemos uno que no sabe ni sumar? Pues ministro de Economía. Es un truco clásico con el que nos va bastante bien. Así vamos tirando.
Los ministros de Cultura españoles se caracterizan por no tener ni idea de cultura. Da igual del partido que sean. Los del PP parecen sentir incluso un desprecio patológico, casi rayano en la enfermedad, por la cultura y el arte. Y a los del PSOE lo único que les ha interesado siempre es hacerse una foto sonriendo en la gala de los Goya. Esa es su idea de la cultura. Una foto con una sonrisa rodeados de cómicos. Es un truco de la política española: pones al frente de algo a alguien que sepa mucho menos que tú de eso. Así evitas que te pise.


Somos unos adelantados. Ya saben... integración, buenismo, respeto a las minorías, etc. ¿Qué mejor que poner a un discapacitado, con perdón para los discapacitados, al frente de los servicios de accesibilidad, ayudas sociales, etc.? Eso sí que es ser moderno. Que alucinen suecos y noruegos.
A José Ignacio no se le puede negar algo, ha logrado concitar animadversiones desde los más diversos ámbitos. Maestros, músicos, poetas, artistas. Todos están en su contra. No se consigue algo así fácilmente. Hay que currárselo. Lo cierto es que a José Ignacio, aparte de haber pasado por casi todos los partidos del espectro político español, no se le conoce ningún otro mérito reseñable. Algo básico para que te nombren ministro de lo que sea. Yo a este hombre preclaro le daría un papel en la próxima peli de Santiago Segura. Un cameo. Que haga de sí mismo. Así veríamos a un ministro de Cultura en la pantalla como el que ya tenemos en la realidad, uno como aquel genial Jerry Lewis de "El profesor chiflado".
Y no, lo siento. Esta vez no voy a confundir Islandia con Finlandia. Que ustedes lo pasen bien. ¡Salud y cultura!

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