Opinión

La burrita inocente

Platero es pequeño, peludo, suave, tan blando por dentro que se diría todo de algodón." Mal podía imaginar Juan Ramón Jiménez cuando escribió "Platero y yo" que nos acordaríamos hoy de su preciosa novela por motivos y cuestiones de actualidad tan poco edificantes.

En Marruecos, una prima lejana de Platero ha acabado sacrificada por su dueño, se supone o eso nos han dicho por miedo a las habladurías. Las habladurías son que quince chavales mantuvieron relaciones sexuales con ella, con la burrita, y a raíz de ese desafortunado incidente (!) los chicos contrajeron la rabia y acabaron en el hospital donde se descubrió todo el asunto. ¿O debiéramos decir donde se decubrió todo el petate? 

Así que el dueño de la burrita, imagino que con gran dolor de su corazón, decidió darle muerte para evitarle a la asna la vergüenza y el escarnio público que le supondría al pobre animal que todos los vecinos supieran que había sido violada por quince varones, aunque los varones en este caso sorprendente fueran menores de edad. Lo entiendo, yo si me viera en la situación de la burrita tampoco me apetecería salir a la calle.

Esta Platerita marroquí no es más que otra metáfora de nuestros días. He visto el caso calificado en algunos medios escritos como "maltrato animal" y no lo entiendo, no sé si Platerita sufrió o se sintió agredida, sospecho que ni se enteró y le importó todo un pito, nunca mejor dicho. Así que yo describiría el hecho no como "maltrato animal" sino como "estupidez humana". Estupidez humana y, esto es alucinante, estupidez infantil, ya que los chavales son menores de edad. Claro que no hace falta ser muy listo para darse cuenta de que no son tan menores de edad como dicen o pretenden parecer, salvo que la consideración de minoría de edad se refiera única y exclusivamente a su edad mental.

A mi me preocupa la burrita. Bueno, ya no, demasiado tarde para eso. Lo increíble o no increíble (nos acostumbramos a todo) es que precisamente la víctima haya sido sacrificada no fuera a ser que la señalaran con el dedo por la calle. Condenar a muerte a la burrita por haber sido violada me recuerda aquellas cosas raras de mi mili en Zaragoza y Huesca, como el helipuerto arrestado porque un día se había estrellado en él un helicóptero; la garita igualmente arrestada porque en ella se había suicidado una vez un soldado; o la gasolinera fuera de uso por una razón parecida.

          Pero este caso es aun peor porque la burrita no era una construcción de ladrillos ni una máquina, sino un ser vivo. Como Platero.

          Al igual que el gato de Schrödinger, esa burrita estaba previamente muerta y viva a la vez, hasta que algún imbécil abrió la caja. Un imbécil musulmán, porque solo a un musulmán se le ocurriría liquidar a la víctima para que no sea una vergüenza. En fin: "Platero es pequeño, peludo, suave."

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