Opinión

La pitada

Una vez más la pitada al himno español y a Felipe VI en la final de la Copa del Rey fue la protagonista del partido, si bien en este caso a los pitadores independentistas la cosa no les salió como otros años. Entre los enfervorecidos y potentes cánticos de los sevillistas y el brutal volumen del himno por la megafonía del estadio, a los "esteleros" la pitada les quedó deslucida. ¡Mala sort!

A mi el fútbol me importa un pito, nunca mejor dicho ya que hablamos de pitadas. Pero me apenó el 5-0 porque yo por principio siempre estoy de parte del pequeño y en contra del poderoso. Nunca me gustaron los abusones. Y futbolísticamente al menos, el poderoso era el Barsa. Pero además el Barsa jugó genial. 

Tampoco me gustó la otra pitada, la de ciertos hinchas sevillanos a su propio equipo al final del partido. Hace falta ser muy miserable para hacer eso. 

En cualquier caso el resultado del encuentro 5-0, aparte del título de una conocida serie televisiva, parece el nombre de un tripi de los buenos e imagino que esos hinchas del Barsa (hay otros... como decía Yoda en Star Wars) con eso se colocarían en la nube como Timothy Leary en sus mejores tiempos, cuando se dedicaba a regalar LSD libremente en aquel autobús a todos los chicos y chicas de California.

La pitada de la Copa del Rey es como las campanadas de fin de año de la Puerta del Sol. Una tradición a la que los españoles no queremos renunciar. Como las procesiones de Semana Santa a las que no queremos renunciar ni siquiera los ateos. Quizá un día Jordi Pujol acabe convertido en el Jesús del Gran Poder. ¿Quién sabe?

Lo sorprendente de los hinchas independentistas azulgranas es que quieran jugar la Copa del Rey y ganarla, pues al final la copa la entrega ese mismo rey, tan odiado.

Otro aspecto alucinante (recuerden a Timothy Leary) de este complejo asunto es el siguiente: la plantilla del Barsa la forman actualmente un alemán, dos portugueses, un suizo, uno de Salceda de Caselas (Pontevedra), otro de Fuentealbilla (Albacete), un uruguayo, un argentino, dos franceses, un holandés, dos brasileños, un camerunés, un colombiano, un belga, uno de Viandar de la Vega (Cáceres), y tan solo cinco catalanes. Cinco entre veintiocho. ¡Vaya! La verdad es que no parece un ratio muy adecuado para llenar los estadios de esteladas. Más lógico sería que los hinchas ondearan las banderas de su equipo y punto. Un equipo que es multirracial y multicultural, aunque los futbolistas salvo pocas y honrosas excepciones que todos conocemos, por lo general de cultura saben poco.

El Barsa ha ganado otra Copa del Rey con razón y méritos, pero muchos de sus hinchas (no todos, ya digo) una vez más se ve que han perdido la cabeza, algo que les suele ocurrir a menudo. ¿La encontrarán algún día? No creo. ¿De verdad les gusta el fútbol? A mi no.

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