Opinión

"Muerte a los niños de silla de ruedas"

Hace unos días en un colegio de Educación Especial de Madrid, el Juan XXIII de Fuenlabrada, apareció una pintada como la que da título a esta columna, junto con otras del mismo tenor. Ya resulta difícil imaginarse a qué clase de descerebrado se le ocurre ponerse a escribir con un spray en una pared algo así. Todo, claro, convenientemente decorado con cruces gamadas y otras estupideces asesinas e ignorantes similares. Vale, el tipo que escribió eso es un idiota. O quizá no, quizá solo es peligroso.

Pero aun así resulta difícil pensar qué tendría que hacer la Justicia con él si lo pilla. Y más difícil aÚn imaginar que el autor de dichas pintadas exista y piense en algo. En algo, sea lo que sea. Seguramente el tipo no piensa en nada. Seguramente su cerebro es una "tabula rasa" nada rasa. O sea, una "mente vacía". Lo de la "mente vacía" es una idea que tuvo Aristóteles hace mucho tiempo. Y es que Aristóteles era un listo de caray.

Las pintadas, que son numerosas y variadas, incluyen otras perlas como "minusválidos de mierda" o "todos a la cámara de gas", por poner solo un par de ejemplos rápidos. Doy por hecho que el que las escribió tiene el cerebro de un mosquito y también doy por hecho que muchos delfines, bonobos, gatos, conejos, oseznos, perros, tortugas, canarios, periquitos, etc., que todos conocemos o no, mascotas de amigos, mascotas nuestras o animales salvajes, merecen la vida mucho más que él.

En "El Señor de los Anillos" hay un momento fantástico en el que Frodo baraja, hipotéticamente, la posibilidad de matar a Gollum. Entonces Gandalf le dice algo así: "¿Puedes devolver la vida? Pues no te apresures a adjudicar la muerte, porque largo y tortuoso es el camino y ni el más sabio entre los sabios conoce su final."

Hace un par de años, creo, ganó el Goya al mejor corto uno fabuloso que se titulaba "Aquel no era yo". Un corto que narraba la historia de un niño en África. Un niño asesino, sin escrúpulos, un niño-soldado que con los años acabó convirtiéndose en un colaborador de oenegés en Europa, denunciando el abuso y la explotación de los que son o habían sido como él niños-soldado. Véanlo, merece la pena y solo les llevará unos minutos: "Aquel no era yo".

Yo creo que al autor de las pintadas de Fuenlabrada, tenga dieciséis años o cincuenta, da igual, hay que meterlo en el trullo de por vida. Ya. Así puede que entonces, después de muchos años, lo veamos visitando televisiones contando las excelencias de su redención: "Vida a los niños de silla de ruedas".

Quizá de esa o de otra forma parecida acabe él mismo un día en una silla de ruedas de verdad, la de su propia mente, y eso haga que por fin su cerebro... empiece a andar de una maldita vez.

Recemos porque sea así. Amén.

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