Por si alguien todavía tenía alguna duda acerca de sí había que entrar en Iraq, de sí deberíamos volver a hacerlo otra vez o de que no hay que salir de allí (la verdad, sigo sin saber si hemos salido o no), solo hay que ver lo que está pasando en ese país cada día. Hace un par de semanas el líder de una organización de yihadistas suníes llamada Estado Islámico, muy poderosa en grandes áreas de Iraq y Siria, ordenó la mutilación genital de todas las mujeres menores de 50 años que vivan en los territorios controlados por ellos.
Según cálculos de la ONU la medida (¿medida? yo creía que se llamaba crimen) afectaría a cuatro millones de mujeres y niñas. Estoy seguro de que dentro de poco ese señor que se llama Abu Bakr al-Baghdadi y es un tipo feo, desaliñado, con barba y aspecto de no haberse comido un rosco en su vida como no fuera mediante la violencia, exigirá la "medida" también en los territorios no controlados por ellos.
Al mismo tiempo que el autoproclamado califa hacía semejante declaración, tal vez inspirado por su dios, el dirigente kurdo Fuad Masum se convertía en el nuevo presidente del país y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, declaraba en Bagdad que Fuad Masum debería formar un gobierno de unidad nacional "uno que represente a todos los iraquíes independientemente de su religión o etnia." Otra vez empezamos mal. Discrepo totalmente. Un gobierno que incluya en su formación a políticos musulmanes partidarios de la sharia nunca podrá representar a todo el país, dado que esos señores no representan a las mujeres, que son al menos la mitad del país.
Lo cierto es que la noticia da miedo, pero además el dato de la ONU que la completa, parece una broma siniestra añadida. Y es que actualmente ya existen en todo el mundo más de 135 millones de mujeres y niñas clitoridectomizadas y cada año se practican tres millones de ablaciones más. Son datos de Amnistía Internacional.
La ablación se lleva a cabo para evitar que la mujer, a la que los rigoristas islámicos consideran por definición promiscua, sienta placer sexual. Salvando las insalvables distancias ya que el asunto es serio, al leer la noticia me acordé de una anécdota que reflejó en un artículo hace años Antonio Gala. Una que le había contado un ginecólogo amigo suyo. El amigo de Gala tenía una paciente gitana a la que intentaba explicarle, sin mucho éxito, que tenía que someterse a una operación; no quedaba otro remedio. La mujer no entendía nada pero entendió una cosa perfectamente y al fin le contestó al médico: "Doctor, usté hágame lo que me tenga que hasé. Pero no me quite la vena der gusto, que es lo único que tenemos los pobres."
Yo creo que es a todos esos imanes a los que habría que extirparles el clítoris de una maldita vez... porque lo tienen en el cerebro.
