Opinión

La Navidad prohibida

Este año 2015 tres países del mundo han prohibido la Navidad: Brunei, Somalia y Tayikistán. Brunei ya la había prohibido también el año pasado. Seguramente el sultán durante estas entrañables fechas se aloja en uno de los fastuosos hoteles Dorchester de su propiedad, el de Londres por ejemplo, que sí está forrado de arriba a abajo de abetos, bolas de colores, camellos, magos, paquetes de regalo y papás noeles. Sin ningún problema. La pasta es la pasta y al sultán la pasta le importa mucho. De hecho es lo único que le importa. Pero en Brunei no se puede poner un arbolito con luces en un escaparate. ¡Ah!, eso no. Vas directamente al trullo.

Las razones aducidas por los gobernantes de esos países para justificar la medida, más bien aducidas por sus vergonzantes ministerios de Asuntos Religiosos, son más o menos las mismas en los tres casos, pero sobre todo es una: que esas cosas no tienen nada que ver con ellos, países musulmanes en los que apenas hay cristianos. Y que las celebraciones navideñas son ofensivas para la población, para sus creencias y su cultura. Absurdo. Obviamente la razón es otra. Se llama "dominación".

La ola de atentados yihadistas quizá esté sembrando el terror en Europa pero lo cierto es que los aterrorizados de verdad son ellos. Viven aterrorizados por todo lo que se mueve, por todo lo que los rodea. Por las mujeres que conducen, por las que enseñan las piernas (aunque el sultán de Brunei seguro que tiene unas cuantas en sus yates que enseñan algo más), por los abetos nevados, el champán, el rock and roll y hasta por las bolas de colores o el espumillón de plata. Que los abetos nevados los asusten casi lo puedo entender porque en sus países no hay, pero el resto...

Si las fuerzas de intervención internacionales en Afganistán, Siria, Iraq, etc., cantaran villancicos desde el aire, Jingle Bells o Noche de Paz en plan "La Cabalgata de las Valkirias" como en "Apocalypse Now", los yihadistas se morirían de miedo. Ya apunté una vez, creo, que las bombas de racimo son inútiles. Deberíamos inundarlos con ejemplares atrasados de Hustler y revistas XXX. Porque a esos tipos no les importa morir, pero encontrarse el desértico patio de su casa lleno de sonrientes conejitas Play Boy los dejaría fuera de combate. No en vano se pasan la vida soñando con las setenta y dos vírgenes que los esperan pacientemente en el paraíso.

Es lo que tienen los ignorantes cuando viven en la miseria, que si los mantienes en la ignorancia y la miseria, los engañas con cualquier promesa por absurda que sea. Abraham Lincoln dijo una vez que "no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo". Pero lo que no sabía él, o no se dio cuenta entonces, es que tal vez no se lo pueda engañar todo el tiempo pero sí se lo puede engañar, impunemente, durante miles y miles de años.

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