Opinión

Me niego en cuadrado

Hace unas cuantas semanas un diario nacional tituló en portada: "Rajoy ofrece formar una coalición y el PSOE se niega en redondo." Me llamó la atención. No lo de la coalición sino lo de "negarse en redondo", algo que también hicieron a continuación el resto de los partidos. ¿Por qué nunca nos negaremos en cuadrado?, me pregunté.

Un amigo de mi hermano se dedicó un tiempo a rescatar esas frases que utilizamos constantemente y encierran algo desconcertante. Incluso tenía un blog que curioseé en su momento. Fue hace años. Aquel hombre, con gran agudeza, se hacía preguntas que nos revelaban hechos misteriosos del lenguaje como ¿por qué todo junto se escribe separado y separado todo junto? Con este sucinto ejemplo pueden apreciar los lectores con facilidad la perspicacia de dicho abnegado investigador que seguramente trabajaría a solas, armado únicamente con una gran lupa. Gracias, Sherlock.

Lo de la gran lupa también tiene su aquel. En el cine o en el teatro la lupas siempre son grandes. El hecho en sí podría parecer una tontería pero lo cierto es que las lupas pequeñas son más comunes que las grandes. Yo mismo llevé una lupa pequeña, plegable, en el bolsillito del vaquero, durante mucho tiempo cuando era fotógrafo. Un cuentahilos lo llamábamos, aunque no se empleaba para contar hilos sino para estudiar diapositivas.

Vale, me estoy liando, dejemos la lupa que no viene al caso. A mí lo de negarse en redondo me resulta raro. Es más lógico negarse en cuadrado. O en pentágono, hexágono u otra forma poligonal. Me niego en polígono, elije el polígono tú ya que eres tan listo, podríamos decir autoritariamente. Hasta en esférico lo entendería mejor. Sería como decir "me niego por igual desde cualquier punto que lo mires". Pero en redondo no suena bien. Repítanlo en voz alta y piénsenlo. Me niego en cuadrado es más completo. Sí, tiene el problema de las esquinas, ya lo sé, pero suena más decidido. Yo creo que nuestros políticos se niegan en redondo porque son como peonzas y lo único que saben hacer es dar vueltas sobre sí mismos.

Hace años tuve la suerte de conocer a un gigante, Pachi. Pachi era enorme como un oso gris. Apenas hablaba y si lo hacía era en un argot incomprensible salvo para sus allegados, una extraña mezcla de cheli y un lenguaje muy culto. Una vez estando de acampada Pachi con otros dos amigos de la pandilla, con la tienda montada en algún lugar de Navarra o por ahí, se pasaron la tarde discutiendo a donde irían al día siguiente y no se pusieron de acuerdo. Pachi ni abrió la boca. Cuando por fin, muy enfadados se metieron en los sacos y apagaron las linternas, entonces Pachi habló y dijo solemnemente: "Pues nada, tíos, mañana nos vamos cada uno con nuestro carolingio y real óbice". Y se quedó dormido.

¡Qué gran lección política! ¡Qué grande Pachi! Seguro que diría "me niego en cuadrado".

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