Opinión

Pensionistas en pie de guerra

Los pensionistas españoles que se han levantado en armas contra el Estado (entendamos por Estado a la clase política), de momento al Estado le dan igual. El Estado ha decidido pasar y esperar. A fin de cuentas la mayoría de los pensionistas desaparecerán pronto arrastrados por la inercia natural de la vida/muerte, así que ¿qué es lo peor que podría ocurrir? Nada. Incluso lo peor sería bueno. Eso es lo que piensa el Estado (entendamos por Estado a la clase política).

Yo creo que a la movilización de los pensionistas le falta un algo de violencia real, no verbal. Las manifestaciones y protestas están bien pero no son suficiente. Al menos no son suficiente para el Estado que parece no darse por aludido. El movimiento necesita un poco de anarquismo salvaje y el Estado no se da cuenta pero en anarquismo salvaje los jubilados son expertos y les darían lecciones. 

Se me ocurren algunas ideas. Por ejemplo una, hombres-bomba, perdón quise decir jubilados-bomba, que en cualquier acto público se acerquen a abrazar a Montoro o Rajoy amistosamente y hagan explotar por sorpresa el cinturón de estallantes que llevan puesto. Digo de estallantes porque para eso es para lo que les dará el 0,25% de subida en la pensión. Difícilmente podrían comprarse un explosivo decente con un par de euritos. Pero sería una noticia bomba en la prensa internacional, no me digan que no. Otra, invasión y toma pacífica del Congreso por un nutrido ejército de jugadores de petanca mayores de edad que lo ocuparían el tiempo que fuera necesario para impedir a los parlamentarios ejercer su ¿trabajo? dado el peligro que supondría para los funcionarios patinar pisando un boliche o recibir un golpe mortal de alguna de las bolas de acero. Y otra más, visitas guiadas al Senado en las que cientos de pensionistas podrían llevar a sus nietos todos los días como si fueran al zoo ¿a los niños les encantan los dinosaurios, no?

El Estado (entendamos por Estado a la clase política), aun no se da cuenta de que está despertando al monstruo. Los pensionistas se han jugado la vida toda su vida, la salud, el dinero, todo. Ahora casi son yihadistas, la vida les empieza a dar igual. Total, para la que les queda ¿qué importa?

Pero el Estado (entendamos por Estado a la clase política) es imbécil y está ciego. Porque si el monstruo despierta... ¿quién sabe lo que podría ocurrir? El Estado (entendamos por Estado a la clase política) sigue creyendo que sus privilegios, sus sueldos de seis mil euros mensuales, sus viajes y viviendas pagadas, sus planes de pensiones y seguros médicos etc., son eternos. Pero puede que no sea así. Y ese ejército de señores y señoras que se van a morir mañana (dentro de poco también yo seré uno de ellos), quizá están dispuestos a cualquier cosa. Al loro, chicos. Yo ya estoy oyendo a lo lejos ¡a las barricadas, a las barricadas!

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