Opinión

Si yo pude, tú también

Álvaro Múnera "El Pilarico", es un torero reconvertido a la causa animalista, actualmente antitaurino y activista por los derechos de los animales. Álvaro fue la joven promesa de la tauromaquia colombiana en los ochenta, al que todos auguraban un futuro lleno de éxitos. Empezó a torear a los doce años, y también a partir de entonces a dudar de su profesión.

En 1984, a los dieciocho, sufrió una cornada en Albacete que lo dejó parapléjico. Significativamente el toro se llamaba "Terciopelo". Hoy, veinte años después, recuperada la movilidad de sus brazos y manos pero en silla de ruedas, Álvaro no ha dejado de hacer campañas contra la tauromaquia y contra el maltrato animal. Él dice además que "Terciopelo" le hizo aquel día el regalo más grande de su vida.

La tauromaquia, que tantas obras literarias y artísticas maravillosas nos ha regalado, sobre todo a los españoles (piensen en Lorca y su "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías" o en Goya, Picasso, Sorolla, Fortuny), tiene que desaparecer. Ya es hora. No podemos seguir toda la vida adorando a un buey, por muy recubierto de oro que esté.

"Ya es hora" y "Si yo pude, tú también" son dos lemas de este personaje fabuloso, que ha sabido como pocos reconvertirse en otra cosa. Álvaro Múnera fue posteriormente concejal de la ciudad de Medellín y lidera una organización que se llama Fauna (Fuerza Anticrueldad Unida por la Naturaleza de los Animales). A pesar de su silla de ruedas se niega a que lo llamen incapacitado. Incapacitado, dice él, es el que va por el mundo maltratando y matando por diversión.

Yo no sé nada de toros, para eso soy gallego, pero me da la impresión de que este "Pilarico" es tan grande como Bombita, El Gallo, Sánchez Mejías, Manolete, Belmonte, Manolo Bienvenida o Antoñete (Chenel), todos juntos. Por cierto, yo tuve un conocido en Madrid que tenía un pub en Atocha que se llamaba así, Chenel, en honor a Antoñete que era su amigo y al que admiraba. Incluso diseñé varios carteles y postales para el pub. Recuerdo uno muy bonito para promocionar unas sesiones de boleros que titulé junto con una ilustración mía así: "En enero, Chenel es un bolero". Allí conocí un día a Antoñete, ya mayor claro. También conocí en aquel Chenel oscuro y lleno de humo a otro personaje curioso, Poli Díaz "El Potro de Vallecas" ¿lo recuerdan? Solo hablé con él una vez, cinco minutos, cuando nos presentaron. Pero me pareció y hoy sigo pensando lo mismo, que era muy buena persona. Fue antes de su declive con las drogas y todo aquello que vino después. Pero Poli, así lo vi yo entonces, era ya un torito guapo asaeteado sin remedio como un San Sebastián torturado, hincado de rodillas y vomitando sangre en la arena. Como esos a los que defiende "El Pilarico". ¡Vaya!, se ve que me hago mayor porque no hago más que recordar. ¡Qué fastidio! Perdonen ustedes.

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